C A P I T U L O 62

1K 116 16
                                    

MAXIM

-Hermano... -Vlad me da un abrazo casi asfixiante que me obligo a responder.

-No seas marica. -me burlo. - No vayas a lloriquear, Vladi. -me burlo llamándolo como lo hace mi mamá.-No es como si no nos fuéramos a ver nunca mas, Vladimir.

Me empuja con un gesto enfadado que me hace sonreír.

-Imbécil. -me espeta.

Suelto una risa y tomo su brazo para volverlo a abrazar dándole unas palmadas en la espalda.

-Nos vamos a ver seguido, cabròn. -le digo con calma.

Asiente separándose.

-Eso espero, hermano. -me dice.

Asiento.

-Maxim... -Dimitri, mi mejor amigo, se acerca y me abraza sin decir nada más. - Lo siento, no pude hacerlo. -me dice en un murmuro.

Tenso mi mandíbula cuando comprendo a que se refiere.

No pudo convencerla a ella.

Atenea.

Esa maldita italiana que me tiene enamorado hasta los huesos.

Intento esconder el dolor que me provoca que no haya venido, por lo menos, a despedirnos, y me separo de Dimitri como si nada.

-No te preocupes. -aprieto mis labios. - Era de esperarse.

Dimitri me pone una mano en el hombro como reconforte.

-Intente convencerla, con Vlad, pero estaba muy decidida. -me mira con lastima.

Niego despreocupadamente.

-No importa. -si lo hace, pero, justo ahora, no me voy a poner a llorar como un crio.

-Si importa. -me rebate. - Lucen como la mierda, los tres. -me dice negando con la cabeza.

-Estamos bien. -sonrío levemente para que no se preocupe. - Espero que nos visiten en Rusia. -le digo a ambos, notando que Alexei vuelve con su teléfono en mano.

-Claro que sí. -me dice Vlad con obviedad. - Necesito un poco del frio ruso. El invierno en este país no es nada. -resopla.

Es verdad. Los inviernos italianos no son anda en comparación a Rusia. Ahí se congela hasta el fuego.

-Señor, el jet está listo. El capitán espera sus órdenes. -me avisa uno de mis hombres.

Asiento en su dirección con seriedad, y vuelvo a mirar a mis amigos.

-Nos vemos. -Alexei sonríe en dirección de ambos, sin embargo, todos notamos el dolor en sus ojos verdes.

Me parte la cabeza ver a mi hermano de esa manera. Ni con Mónica lo vi así. Aunque está claro que nada se puede comprar con el amor que le tenemos a Atenea. Ninguna de nuestras exnovias le llega a los talones,

Suspiro pensando en que mierda puedo hacer para animarlo y traer a mi hermano de vuelta a la vida, pero no se me ocurre nada más que llevarlo a Rusia. Tal vez ahí se olvide de lo que pasó en Italia.

Aunque pienso que eso va a ser una herida que nunca va a cerrar porque vamos a tener que ver a Atenea constantemente, por él bebe. Entonces, cada encuentro va a ser como echarle sal a la herida.

Y mierda que va a escocer...

Aparto los pensamientos con respecto a Atenea y me prometo a mí mismo enterrar cada sentimiento en el fondo del mar.

Amor Entre Mafias |+18|Where stories live. Discover now