Capítulo 32: Parte Tres.

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Pensamientos de Alice:

Cuando la noche llegó salimos de la casa a paso lento, pero no duramos mucho fuera porque tuvimos que entrar en otra casa debido a que por todas partes había monstruos de diversas formas y tamaños.

—Mientras no salgan esos asquerosos monstruos con cara de perro, todo está bien —comentó Nina.

—Se ve que no te gustan los perros —comenté con una sonrisa.

—Historias del pasado —afirmó Nina que nos hizo una señal para avanzar a otra casa.

Cuál si fuéramos chapulines saltamos de un lugar a otro, nuestra meta era llegar al Castillo Armagnac así que nos introducimos a una casa que estaba a oscuras, lo que fue un error porque al interior estaban tres Wiatys que al vernos emitieron un chillido que atrajo la atención de otros monstruos que estaban cerca.

—¡Corran! —gritó Nina que lanzó varios dardos.

Yo me encargué de lanzarles flechas a los Pulchnys que estaban sobre nosotros. Intentamos acercarnos al Castillo Armagnac, pero las calles estaban pobladas de esos seres, así que tuvimos que ir en la dirección contraria.

—Vamos por aquí —dijo Sam cuando vio la puerta abierta de una casa.

Los tres entramos y subimos las escaleras en búsqueda de llegar al techo. Saltamos de ese techo a otro, el problema fue cuando unas tejas cayeron y delataron nuestra posición, así que tuvimos que brincar a los techos más próximos.

—¡Allá! —señaló Nina, era un balcón y dentro de la habitación estaba a oscuras.

Cuando llegamos cerramos las puertas que daban al balcón y nos quedamos de pie en el centro de la habitación, estábamos muy cansados como para seguir corriendo.

—¡Solo avísame cuando estén aquí! —escuchamos que dijo una voz en el pasillo, luego la puerta se abrió de golpe y vimos de frente a Jarveil que tenía un candil consigo, al vernos se quedó quieto y luego cerró la puerta despacio. Con su mano nos indicó que guardáramos silencio para después señalarnos la puerta de un closet empotrado en la pared donde los tres entramos y nos quedamos inmóviles viendo a través de las rendijas que el mueble tenía.

—Ya entregué el mensaje con Lisa, todo está listo —dijo un demonio de ojos rojos y cabello largo que entró sin siquiera tocar.

—Entonces sigamos con lo previsto —expresó Jarveil.

—¡Aquí huele raro! —protestó el demonio.

—Los humanos así olemos siempre —refutó Jarveil que se puso de pie y abrió las puertas que daban al balcón.

—Es cierto, en fin, iré a buscar a unos prófugos —contestó el demonio indiferente y se marchó.

Cuando Jarveil cerró la puerta con seguro se dirigió donde estábamos y abrió despacio las puertas del closet, al primero que vio fue a Sam.

—No deberían estar aquí —expresó en voz baja.

—Muy tarde, nos gustan las aventuras —respondió Sam.

Jarveil le sonrió, la química entre ellos era muy linda, hasta olvidé por un momento que seguía casada con el idiota.

—Mañana temprano arribará al Puerto el barco de Archivald, en el caso de que quieran intentar algo deben tener cuidado con sus custodios—reveló Jarveil que lucía diferente.

—¿Quiénes son esos custodios? —indagó Sam.

—Son tres, a la primera ya la conocen es Bować, el demonio de la necesidad sus artimañas consisten en obtener cabello de sus víctimas luego con eso hace que tengan la necesidad irremediable de lo que ella desee, te puede hacer comer, matar o correr hasta morir, es una mujer muy desquiciada, aun así, no se compara con Lazarus y Anim, por lo que sé ellos eran custodios en el infierno que escaparon ya se pueden imaginar la inmensidad de sus poderes, Archivald siempre está acompañado de uno de ellos dos, ahora se encuentra con Anim, ya que Lazarus es su general, su segundo al mando —afirmó Jarveil.

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