Capítulo 5: La invitada.

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Pensamientos de Katherine:

Entré con la joven herida al Castillo, Darlene quien estaba en la cocina, corrió para ayudarme.

—¿Quién es ella? —me preguntó consternada.

—La encontré en el bosque, la llevaba un Evanesceré con alas y la dejó caer, los guerreros de los Armagnac estaban cerca, ya sabes que hacen esos idiotas con los sobrevivientes de demonios, por eso la traje aquí —expliqué mientras la recostaba en el comedor principal y le cortaba la ropa para revisar la herida que tenía en el pecho.

—Creo que es la hija del alcalde —comentó Darlene que humedeció unos trapos y le limpió el rostro.

—¿Y cómo lo sabes? —inquirí.

—En esta semana que he estado yendo al pueblo no te imaginas los chismes de los que me he enterado —respondió Darlene con una sonrisa de suficiencia.

—Bien, envía una carta al alcalde —indiqué.

—Aún no tenemos cochero, el último renunció después de verte llegar con la cabeza de un monstruo —comentó Darlene.

—¿Puedes llevar la carta tú? —indagué.

—Llevaré el mensaje yo misma, pero ni pienses que iré en Polvorina ese caballo es más lento que un caracol —protestó Darlene.

Yo sonreí y continué limpiando las heridas de la chica.

Logré detener el sangrado, e incluso le cosí la herida que tenía en el pecho, no era muy profunda, pero sin duda que la sangre es una dama escandalosa. Cuando terminé subí las escaleras con ella en brazos, la llevé a una de las habitaciones más amplias y limpias que teníamos, la última habitación del pasillo, ahí la recosté con cuidado sobre la cama, y no sé por qué me quedé observándola, el rostro de esa joven emanaba una profunda paz que me intrigó.

Escuché que abrieron la puerta así que salí del cuarto y me quedé en el balcón viendo hacia abajo. Noté como entró Darlene acompañada de un hombre de barba pronunciada.

—¿Katherine? —me llamó Darlene, así que le hice una señal para que me viera.

Ambos subieron las escaleras y llegaron hasta donde yo estaba.

—Me presentó soy William La Grange, alcalde de Pendingrin y papá de Alice —reveló cuando vio el cuerpo recostado sobre la cama.

—Su hija estuvo en contacto con un demonio, antes de que los guerreros de los Armagnac la vieran la traje a mi Castillo, creó que como alcalde comprende que las costumbres dictan matar a todo humano que sea rehén de un demonio —le dije sin expresión.

—Tengo conocimiento de las leyes de los cazadores —susurró.

—Aunque no fue mucho el tiempo que pasó con el demonio, supongo que podrá llevarla a casa y ver cómo evoluciona —respondí resuelta debido a que ya quería ir a dormir, estaba volviendo de mi embriaguez y sentirme así no me gustó.

—No, muchos preguntarán por ella y no puedo decirles la verdad, no está bien visto que alguien que estuvo con un ser del averno se integre a la sociedad —pronunció serio.

Lo que me sorprendió, ya que esperaba más, pero al final los humanos siempre ven por sí mismos.

—¿Entonces qué haremos? —le pregunté impaciente.

—Quédesela al menos un tiempo, si ella no tiene nada que le haya dejado ese demonio volverá conmigo, yo hablaré con mis conocidos y me encargaré de apaciguar comentarios, inventaré algo —contestó el alcalde con frialdad.

PendingrinWhere stories live. Discover now