Capítulo 26: Parte Dos.

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Pensamientos de Alice:

Cuando llegamos a la casa de Nadmi era de madrugada, y Nikolái me dio una flecha a la que le colocó la punta de un cuchillo con Klej para que le disparara a Nadmi en cuanto la viéramos llegar.

—Mandaré a hacer flechas con Klej para ti, hace tanto que no se elaboran flechas, pues eso era exclusivo de la Familia Clermont —comentó Nikolái mientras forzaba la puerta de entrada.

—Pero son más prácticas que los cuchillos y espadas —objeté.

—Lo es, aunque es una cuestión de comodidad porque al pertenecer a una Familia es como si tuvieran una conexión con su arma insignia, por ejemplo, aunque Katherine prefiere las estrellas del tipo ninja, sería igual de mortífera con un arco y flecha, ese talento es natural en ella, por ende, los Armagnac siempre prefieren las espadas y los Villehardouin los cuchillos ¿Sabes? Algo que noté es que es muy difícil que un Armagnac usé flechas o cuchillos, lo mismo con las otras Familias, les cuesta usar las armas de otras Familias, es por eso que cada uno se queda con su arma insignia —explicó Nikolái.

Asentí y luego entré a la casa de Nadmi, iba detrás de Nikolái. Era la primera vez que miraba la casa terminada por completo, la cual sin duda estaba muy bien cuidada y limpia, incluso tenía un cierto aroma a rosas sin llegar a ser hostigoso. Nos situamos en la sala de estar.

—En cuanto ella cruce la puerta disparas —indicó Nikolái, pero algo no me permitió hacerme a la idea.

Debido a que no encendimos ningún candil la única luz provino de los rayos de luna que se filtraron por las grandes ventanas, abrí un closet que estaba empotrado a la pared y en su interior encontré ropa que por el aroma tan complejo de especificar, pero exquisito de olvidar reconocí de inmediato que eran de Katherine, incluso ahí estaba el traje de monja que uso para asesinar a Michel, me di cuenta de que mi Cazadora favorita usaba la casa de Nadmi como closet personal para no tener que viajar hasta el Castillo, como un reflejo guardé un par de guantes de Katherine dentro de mi abrigo porque era lo único para lo que tenía espacio.

—Ya viene —murmuró Nikolái que se posicionó a mi lado.

Cerré el closet y agarré mi arco con el que apunté hacia la entrada, vi la puerta abrirse despacio.

—¿Qué hacen aquí? —preguntó Nadmi que nos vio confundida, llevaba un candil en las manos con el cual nos iluminó.

Quise arrojar la flecha, pero bajé el arco —¿Por qué estás con un demonio? Se supone que le dijiste a Katherine que querías vivir, no asesinar —le reproché bajó la mirada desaprobatoria de Nikolái.

—Antes de que hagan lo que tengan planeado hacer, tengo que decir a mi defensa que no estoy ayudando a Glod, él fue mi amigo en el infierno, y en cuanto se convirtió en un Evanesceré vino a buscarme, así que me di a la tarea de investigar quienes son los que están contratando a los demonios para trabajar con humanos en esa organización llamada Los Aliados —reveló Nadmi, luego dejó el candil en el suelo y se colocó unas gotas en cada ojo.

—¡¿Qué haces?! —le cuestionó Nikolái no muy convencido.

—Yo también tengo que fingir ser una Evanesceré y con estas gotas creadas por mí es que logró ese efecto, hasta el momento no he logrado información muy importante, salvó que Glod fue contratado por uno de los consejeros, así que supongo que ese es el hilo que nos puede conducir al líder —explicó Nadmi, después caminó hasta uno de sus sillones en el que se dejó caer.

—¿Por qué no me dijiste nada? —inquirí molesta.

—No creí que te dedicabas a cazar demonios, y buscar a Nikolái para contarle es demasiado desgastante, ya que nunca me creé, jamás pensé en decir esto, pero extraño a la loca de Clermont —dijo Nadmi y cerró los ojos.

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