Capítulo 11: No debí ser un demonio.

15 0 0
                                    


Pensamientos de Katherine:

Corrí tras el monstruo que se trató de un pequeño cuatro brazos, muy comunes y asustadizos, pero sin duda un problema para los cultivos, salté sobre él y le clavé una de mis estrellas en el cuello tras emitir un grito agudo murió.
Ya había pasado un mes desde que tuve aquel encuentro con Zaloba, mi herida sanó, no obstante, aún no podía usar mi sangre para curar mis armas, así que recibí sangre de Lisa tal y como lo prometió, aunque no me dirigió la palabra desde aquel beso, me envió cosas para curar mi herida, y su sangre lo que se me hizo un gesto lindo. Por otra parte, Alice no me dirigió para nada la palabra, su inconveniente con sus alas era algo que platicó con Darlene quien al parecer fungía como nuestra mediadora, hasta donde sabía Alice logró liberar sus alas a voluntad, pero no podía volar, y practicaba cuando yo no estaba, aun así, mi mente no dejó de pensar ni un momento en que ella se iba a casar con el hermano del idiota de Archivald, eso me estaba volviendo aún más loca.

—Deberías parar —me reprochó Darlene cuando llegué al Castillo pasada la medianoche.

—Hay trabajo —murmuré y fui directo a la cocina por una botella de vino, luego me senté a un lado de la chimenea, dejé que su calor llegara a mis piernas, pues estaban muy frías.

—No has parado de cazar, día tras día —argumentó.

—Descansé 15 días, es suficiente para mí —contesté.

—Sí, pero después de eso no te detuviste, sé que algo te molesta, pero te lo guardas todo, desapareces días enteros, evades mis preguntas ¿Qué está pasando? —me cuestionó.

—Cumplo con mi trabajo de Cazadora, es todo ¿Qué más puede pasarme? —dije con una sonrisa.

—¡Estamos aburridas! Dile —gritó Katy que apareció justo detrás de Darlene, llevaba puesto un imponente vestido de color turquesa, daba vueltas y se jugaba el cabello con desesperación.

Desvié la vista y bebí hasta que Darlene detuvo la botella, luego me dedicó una mirada que no sé cómo describir.

—Estás fuera de control —susurró y después se marchó.

De la propia historia...

Un rayo cayó sobre un árbol, el fuego que se generó se propagó hasta llegar a una densa niebla junto al lago, de a poco se fueron formando dos figuras humanas, la primera era de un joven de cabello pelirrojo, bien parecido y ojos negros, la segunda era una chica de un imponente cabello rojo al igual que el primero y unos ojos color miel, los cuales vieron con detenimiento a su alrededor.

—¡Al fin libre del infierno! —exclamó el joven.

—Tardamos unos siglos, pero al fin encontramos la manera de escapar ¡Quiero divertirme! —comentó ella.

—Primero tenemos que ir a comer unos cuantos humanos, crearnos sirvientes para cuando volvamos al infierno, hay mucho por hacer —indicó él.

—¡Oh! Por supuesto que no, yo no planeo regresar ahí, así que no me expondré a que los Cazadores vengan por mí, aún no somos Evanescerés, podemos vivir hermano, tener esa vida que cuando fuimos humanos no logramos, yo no quiero comer humanos ni siquiera me gusta su sabor —protestó ella.

—¡Nadmi! Como pretendes vivir de manera normal entre Cazadores y humanos, nuestro lugar es el infierno, únicamente venimos aquí para hacernos de almas y comida, es todo —aseveró él.

—Te equivocas Iar, siempre soñé con escapar para vivir, no para hacerme de provisiones y regresar al infierno, si ese es el caso que nuestros caminos se dividan ahora —sentenció Nadmi sería.

PendingrinWhere stories live. Discover now