Capítulo 6: 3 cabras.

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Pensamientos de Katherine:

Vi el cómo el monstruo cruzó el camino, de seguro el estúpido planeó abalanzarse a cualquiera que se le acercara, por lo que me bajé del caballo y sujeté mis estrellas. Noté como los rayos del sol se desvanecieron, por lo que me puse en guardia. De la nada salió ese gigantesco desgraciado que de un zarpazo me alcanzó a herir el brazo, sin demora le arrojé mis estrellas que se le clavaron en los ojos. Pensé que fue sencillo, pero salieron otros dos por lo que saqué de mi abrigo más estrellas con las que comencé a pelear contra ellos, a decir verdad, no fue nada difícil cazarlos y tras arrancarle la cabeza al último la metí a la bolsa. Ganaba mucho dinero con esos seres, no faltaba el perturbado que quería experimentar con ellos.

Al subir a mi caballo fui directo al Castillo, al entrar me encontré a Alice cantando y bailando junto a Darlene cerca de la chimenea, lo que me pareció muy cómico y no pude evitar reír por lo bajo.

—¿Acaso están invocando algún demonio? —pregunté divertida.

—La voz de esta chica es maravillosa —respondió Darlene alegre.

—Supongo que pueden seguir en lo que estaban, yo iré a dejar esta bolsa con monstruos y luego voy por vino a la cocina —dije mientras colocaba mi abrigo en el perchero.

Volví al salón y vi a las chicas bailando, me senté a observar esa escena tan divertida y no cantaban mal, pero se veían muy curiosas danzando frente al fuego como si se trataran de chamanes.

—Deberías bailar con nosotras —pidió Darlene.

—Sabes que yo no bailó ni porque de eso dependiera el fin de los demonios —respondí divertida.

Alice se acercó a mí y extendió su mano, me vio a los ojos con una sonrisa dibujada en el rostro, por un momento algo en mí pareció revivir lo que me pareció muy extraño, aun así, sujeté su mano y al sentir su piel me invadió una sensación tan inexplicable, pero que pronto hice a un lado.

Cuando estuve de pie, la sonrisa que tenía Alice se borró y me vio con preocupación.

—Tu brazo está sangrando —exclamó asustada, luego corrió por unas cosas a la cocina e hizo que me sentara de nuevo.

—Aprendí algo de medicina en el pueblo, además, mi amigo es médico —reveló mientras me limpiaba la cortada que estaba cerca del codo.

—No es para tanto, debiste ver como quedaron los otros —agregué con entusiasmo.

—Se te puede infectar y aunque seas una Cazadora te puede hacer daño, si no recuerda a Antony Armagnac le cortaron un brazo por una infección maltratada —comentó Alice que limpió a consciencia la herida.

—Ese tonto ya murió ¡Por favor! ¿Quién muere a manos de un monstruo de agua? —cuestioné con una sonrisa.

—Antony murió por eso, además, le pasaron mil cosas más en su vida, por algo lo conocen como el Cazador Cazado —expresó Alice entre risas.

—Si estuviera vivo le invitaría un trago, vaya que el pobre lo necesitaba —declaré con ironía.

Cuando mi herida estuvo limpia y cubierta no pasó mucho tiempo para que llamaran a la puerta con gran desesperación, tanta que Darlene corrió abrir, Alice se quedó en la cocina y yo esperé en mi asiento a ver quién era.

—Oh Cazadora, necesito su ayuda, soy Arnold Find nadie ha querido socorrer a este pobre viejo —pronunció un hombre chaparro, robusto, con un bigote gracioso y un bastón.

—Para empezar no me hables como si te refirieras a un santo, solo dime que sucede —pedí, luego le di un gran sorbo a mi botella.

—Mi rebaño ha sido atacado por varias noches, no sé si son personas, demonios o monstruos. Acudí con la Familia Armagnac, y me dijeron que no podían perder el tiempo conmigo, por su lado los Villehardouin ni siquiera tienen Cazadores o Guerreros en Pendingrin, todos están viajando y cuando me enteré de que la última Clermont regresó vine a verla —explicó con la frente sudorosa.

PendingrinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora