10.-Las mentas de Dareen

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Las mentas de Dareen

Evie

Despierto semi-aplastada, anoche tuve una pesadilla. El recuerdo de ser perseguida hace que mi corazón golpee fuerte mi pecho pero esta vez algo era diferente, ellos me atraparon y me arrastraron por el largo pasillo de la academia mientras gritaba por ayuda, mi piel ardía al ser golpeada contra la tierra y piedras del bosque para después ser lanzada a un lago oscuro y negro, las algas se enredaban en mis pies tirando hacia abajo sin tener la posibilidad de salir a la superficie.

Kaemon no me salvaba.

Él no estaba ahí.

Trato de moverme pero unos brazos me aprisionan, el aroma a cítricos llega hacia mí haciendo que suspire y deje de moverme observando la poca luz del día por mi ventana.

¿No se suponía que estaba en Washington?

Me giro encontrándome con su rizado y rojo cabello mientras mantiene ligeramente abierta su boca. Luce cansada, no hay rastros de maquillaje en su rostro, bajo la mirada observando cómo lleva su traje ejecutivo.

—Mamá—murmuro moviéndola lentamente.

—Cinco minutos más Evie—gruñe.

—Solo cinco—le hago saber acurrucándome en sus brazos sintiendo su calidez— que tengo colegio.

Ella sonríe somnolienta abrazándome más fuerte.

Me quedo mirándola un rato más, un vez que estoy despierta es imposible que concilie el sueño, mi cabeza comienza a trabajar y no hay quien la detenga.

Mamá es hermosa, siempre lo ha sido. Tío Di dijo que antes todos la apodaban muñequita de porcelana por su belleza y delicadeza. Pero tío Di le dice bambolina por ser su muñequita de acción. Es lo que muchos no saben, ella puede parecer un ángel con alas pero mi madre es demasiado letal cuando se trata de defender a los suyos y no exagero con la palabra letal.

Hubo un tiempo donde un virus letal corría por la sangre de ella enfermándola y debilitándola, su padre la utilizo como experimento para enfermar a cientos de niños para poder tener más control de las naciones pero por suerte mis padres junto a mis tíos lograron detener todo a tiempo.

El virus corre aun por su sangre pero ya no es tan letal y mortal como antes, incluso hay un poco de ello en nuestro sistema, hay muchas cosas que jamás tendrán explicación. Tenemos alguna herida, sana rápido. Nos golpeamos, el hematoma desaparece un poco más rápido de lo normal, incluso no solemos conocer lo que es una gripe, una alergia si pero lo digo en serio, jamás nos hemos enfermado.

Tío Di y tía Kelly suponen que se deba a la mezcla de nuestros genes, siempre y cuando no hagamos uso de fármacos nuestras heridas sanan por si solas. Pero esa no es una historia que me corresponda contar, la ciencia no es lo mío.

Eso es lo de Addi, a ella le encanta estar experimentando con nuestra sangre buscando respuestas a preguntas que jamás podrán tener una respuesta lógica.

—Cinco minutos mamá.

—A veces comprendo a Addi—murmura haciéndome reír.

—¿Qué haces aquí?

—La última vez que lo comprobé esta era mi casa señorita así que ahora—tira de mis mantas—. A la ducha, te espero en el jardín para desayunar juntas.

Asiento rápidamente dirigiéndome al baño. Al salir de la ducha mientras coloco mi falda azul, mi top blanco y mi abrigo reviso mi tobillo, esta levemente hinchado y un hematoma lo adorna.

Mentiras de cristalWhere stories live. Discover now