Ivy Dean siempre ha sido una princesa con todas las letras y todo el significado de la palabra. Sin embargo tras la llegada de Isabella Swan al recíproco pueblito de Forks, la brillante reina de la secundaria parece ser la única que nota que suceden...
NO FUE TAN FÁCIL PARA MARISSA convencer a Michael de tomarse el fin de semana, pero tras unos días de insistencia, logró que accediera a tomarse unos días y se escaparon a New York, pues el clima allí no sería muy bueno. Ivy tenía que admitir que había pasado unos días bastante tranquilos, no obstante, el domingo a la media tarde, recibió la peor llamada de todas.
—¿No pudieron atraparla? —preguntó, a través del teléfono en el aeropuerto—. ¿Así que sigue ahí? Estoy a quince minutos de abordar el avión.
—Se ha ido. No lo sé, ha sido un día complicado. Pero todo está bajo control, o al menos eso dice Alice. Estaremos más preparados para la próxima —aseguró Jasper. A pesar de que confiaba en él, o algo así, tenía un muy mal presentimiento—. ¿A qué hora llegas?
—Once, como muy tarde.
—¿Quieres que te vaya a buscar?
—No. No me siento muy bien, estoy cansada y demás. Te veré mañana en la escuela —respondió y se apresuró a colgar la llamada.
Guardó su teléfono y se pasó las manos por la cara con frustración. No podía soportarlo más. El estrés la estaba comiendo viva, tenía las uñas de su mano funcional todas mordisqueadas y estaba casi segura de que se quedaría pelada pronto. Cuando regresó a la fila con su familia y su padre la miró extrañado.
—¿Todo en orden? —preguntó él. Ella asintió, sin muchas ganas de hablar—. No estoy tan seguro de que Forks te esté haciendo tan bien últimamente. ¿Sabes? Si nos mudáramos...
—Estoy bien, papá. Me quedan unos meses para irme a la universidad —lo cortó. Algo raro se instaló en su pecho: ya ni siquiera sabía si la universidad sería una posibilidad. No sabía qué le deparaba el futuro.
—No tendrías que ir a la universidad. Puedes tomarte un año, ¿sabes? O al menos un semestre. Y nosotros podríamos...
—No es momento de hablar de ello, papá. Pero no vas a hacer que Marissa se mude solamente para vigilarme. Y además aún no sé a dónde voy a ir —replicó, dando por terminada la conversación.
Y cuando regresó a Forks, notó que todo estaba exactamente igual. Le costaba creer que la gente seguía actuando normal y viviendo sus vidas cuando una sádica vampirilla pelirroja correteaba por los alrededores en busca de ella. Y en busca de Bella, también. Pero tan solo pensar que algún conocido de ella o alguien del pueblo pudiera ser un daño colateral, le causaba escalofríos.
Era extraño tener conocimiento de los secretos que aguardaba el mundo. Por ejemplo, cuando se enteró de los vampiros no podía evitar preguntarse todo el tiempo si se habría topado con alguno antes de los Cullen, o después. Pero cuando ellos regresaron, Ivy se dio cuenta que tenían una presencia extraña en ella. Era como si pudiera sentirlos cuando estaban cerca; supuso que sería por su conexión con la muerte, pero era algo interesante que no sabía cómo abordar aún.
