Ivy Dean siempre ha sido una princesa con todas las letras y todo el significado de la palabra. Sin embargo tras la llegada de Isabella Swan al recíproco pueblito de Forks, la brillante reina de la secundaria parece ser la única que nota que suceden...
EL SILENCIO Y LA TRANQUILIDAD SIMPLEMENTE ya no eran parte del vocabulario de Ivory Dean. Era como si su mente nunca se callara ni le atormentan pensamientos intrusivos.
Sus heridas físicas fueron sanado con el paso de los días. Las emocionales, esas no estaba segura de que algún día se cerraran. No era simplemente el miedo y el trauma que le dejaron las torturas, sino que, con lo que siguió después... No supo qué demonios hacer. No supo cómo enfrentar ni sobrellevar lo que le estaba sucediendo a su cuerpo y a su mente. Mejor dicho, no sabía cómo controlarlo.
Y tampoco Akeno. La relación entre la feérica y el brujo estaba tan tirante que él, al igual que todos, le dio su tiempo y su espacio. Sabía que no estaba enojada con él porque había sido ella quién lo había ordenado a irse, pero estaba preocupado de todos modos. Había una oscuridad en Ivy que no sabía cómo abordar. Las pocas veces que se hablaron, terminaron con insultos y comentarios hirientes de por medio. Era desgastante estar cerca de ella.
También era desgastante que ahora parecía haber adoptado a los Cullen. No era que le agradaran del todo, pero eran menos territoriales o menos temperamentales que los lobos. Eran las únicas criaturas en Forks y las únicas que se preocupaban por Ivy, así que no le quedó otra que llevar la fiesta en paz con ellos. Además, necesitaba ayuda que ellos estaban dispuestos a brindarle. Junto a Carlisle, quién era muy sabio y tenía mucha más experiencia que él, intentaron reunir información sobre la condición de Ivy. Jasper también, pero él no era de mucha ayuda: negaba todo lo que sonara mal para ella.
Y el pronóstico no era nada bueno.
—Las hadas de la muerte siempre han sido seres oscuros, por lo que he escuchado de parte de vampiros que sí las han conocido —le explicó el doctor a Aki. Jasper se cruzó de brazos—. No me sorprende que no sepas de su existencia, claro. Por lo poco que yo sé, solían extinguirse tan rápido y eran tan raras que pronto pasaron a ser leyenda.
—No tiene sentido que su misma especie haya borrado cualquier registro de ellas —protestó Akeno, mirando las investigaciones de la mamá de Ivy desperdigadas por la biblioteca de los Cullen... Ivy se las había enviado todas de regreso y no quiso saber nada con ellas—. ¿Por qué habrían hecho eso? No tenemos nada. Los libros y el internet dicen cosas distintas y todas son especulaciones.
—Tendremos que esperar y ver qué ocurre —le dijo Carlisle, aunque aquello no parecía alegrarle mucho. Jasper miraba un punto fijo en la habitación, y el vampiro más grande lo miró desconcertado—. Va a estar bien.
