Ivy Dean siempre ha sido una princesa con todas las letras y todo el significado de la palabra. Sin embargo tras la llegada de Isabella Swan al recíproco pueblito de Forks, la brillante reina de la secundaria parece ser la única que nota que suceden...
LOS FEÉRICOS ERAN SERES TAN VIEJOS COMO el mismísimo universo. Existían varios tipos de hadas, cada uno ligado a los diferentes aspectos de la vida. En algún momento, las hadas y los hechiceros habían reinado la tierra codo a codo, manteniendo la paz y la tranquilidad por milenios. Los seres feéricos y el resto de las criaturas existentes convivían en armonía y mantenían a la raya a las deidades más oscuras. Los hechiceros habían sido los guardianes y consejeros de las hadas; cada familia de hechiceros le pertenecía a una familia de hadas.
Todo esto comenzó a cambiar cuando las deidades oscuras empezaron a multiplicarse. Fueron tiempos difíciles para todos; para las criaturas y para los humanos. Incontables familias de hadas, sirenas, elfos, trolls, clanes de vampiros, manadas de hombres lobo y aquelarres de hechiceros fueron masacrados y con el pasar de los años, simplemente fueron desapareciendo. Hasta que, tristemente, sólo quedó una familia de hadas.
Durante los tiempos de crisis, la última ninfa (quiénes eran hadas muy sexuales por naturaleza) se enamoró de un humano. Y de ellos nació el primer híbrido de hada. Mitad humano, mitad hada. Aquello se conoció como el choque de especies, y fue el último movimiento de las hadas para intentar esconder su poder y camuflarse entre los humanos para dejar de ser perseguidas.
Los híbridos de hada, o semihadas, eran seres sumamente extraños, y por aquel tiempo fueron considerados por una de las dos últimas familias de hechiceros como abominaciones; utilizaron métodos arcaicos para explotar sus dones al máximo, pero nunca las dejaron ser libres y las esclavizaron bajo el discurso del libre albedrío. Mientras tanto, la otra familia decidió encargarse de ellos y juntos lograron restaurar cierto orden. Ahora, los feéricos que quedaban y otras deidades vivían en sintonía y escondidos entre los humanos, manteniendo un perfil bajo.
Esos habían sido los ancestros de Akeno y de Ivy, los últimos herederos en la línea de las hadas y de los hechiceros.
—Tu mamá era una veela. Son un tipo de hada increíblemente humilde, deseosa de ayudar. En algún momento fueron los principales protectores de los humanos —le narró el hechicero. No había sido fácil lograr que Ivy le prestara atención luego de aquella revelación, pero finalmente después de un rato se la veía más serena—. Yo no la conocí, pero mi abuelo le sirvió a ella y a tu familia. Se suponía que mi papá era quién debía servirte a ti, pero como te dije él murió. Así que mi abuelo me enseñó todo lo que pudo y creyó necesario antes de morir.
Todo era demasiado extraño. Tenía que considerar demasiadas cosas... Hacía menos de una semana su vida había dado un vuelco cuando Akeno levantó una galleta sin tocarla. Hacía menos de cuarenta y ocho horas un vampiro había intentado asesinarla. Y hacía menos de veinticuatro que se había enterado que su madrastra era una vampira. Ah, y por supuesto, que había otra vampira loca de remate que quería asesinarla.
