Ivy Dean siempre ha sido una princesa con todas las letras y todo el significado de la palabra. Sin embargo tras la llegada de Isabella Swan al recíproco pueblito de Forks, la brillante reina de la secundaria parece ser la única que nota que suceden...
LA HUMEDAD EN EL CORAZÓN DEL BOSQUE en esa época era tan espesa que casi podía palparse a través del tacto. Allí fue donde Emmett, Brandon, Carlisle y Jasper se encontraron casi media hora después de la llamada del rubio que los dejó con el corazón en la boca. Cuando los tres vampiros se bajaron del auto, lo miraron con extrañeza.
—Dijiste que sabías dónde estaba Ivy... Y nos trajiste a la tierra de la nada —sopesó Brandon, mirando hacia todos lados—. Más vale que esto sea bueno, Jasper. Tengo que recoger a Alice en el aeropuerto en un par de horas.
—Creo que ya sé dónde está —dijo, y los guió hacia la casa del árbol. Se veía completamente abandonada e ignoró la punzada de dolor que le provocó aquello.
Emmett arrugó la nariz.
—Bueno, te digo que ahí dentro no está —soltó el morocho, sin entender muy bien. Miró a su hermano inspeccionando las plantas de alrededor, y comenzó a creer que estaba perdiendo la razón. Entonces miró a Carlisle de reojo y se acercó más a él, intentando murmurar—. No creo que esto le haga bien. Para nada.
Ya había sido un martirio verlo sufrir por Ivy durante meses y ponerle la mejor cara al asunto. Si ella de verdad estaba muerta como la mayoría de las personas pensaban que estaba, si él no tenía una chance de despedirse... Nadie en su familia querría ver eso. Y nadie querría verlo carcomido por la culpa, o enloqueciendo.
Pero ya habían pasado días y tenían que pensar en la posibilidad de que Ivy simplemente estuviera muerta. Incluso Michael pensaba aquello. Su padre recordaba una conversación en particular que habían tenido sobre Riley una semana después de su desaparición. Le había dicho que no estaba muerto. Ella sabía que no estaba muerto... Y eso era lo peor de todo. Deseaba que estuviera muerto para no tener que soportar lo que sea que estuviera soportando. Michael le dijo que estaba loca.
Ahora que su propia hija había desaparecido, podía entenderlo. Era abogado, sabía mejor que nadie que ese tipo de cosas pasaban. Y si Ivy había sido raptada de su casa y las posibilidades de que regresara eran prácticamente nulas... Entonces sí. Deseaba que hubiese muerto en paz antes que sufrir un cautiverio.
Incapaces de desearles que regresara con bien, todos le habían deseado una muerte rápida. Sin dolor. Sin sufrimiento. Sin miedo.
—Haz silencio, Emmett —ordenó Jasper, con la vista fija en una ortiga.
La ortiga estaba arrancada y había comenzado a morir. Alguien la había vuelto a plantar hacía un par de días... Así que sin dificultad alguna, arrancó la planta que ni siquiera salió con raíz. Se agachó al piso, y movió las tierra y las hojas que cubrían alrededor. Entonces notó una elevación: alguien había cavado un pozo. En cuestión de unos segundos, quitó toda la tierra y finalmente se encontró con una trampilla.
