Quiero creerle, pero la verdad es que me siento muy insegura. Cuando te acostumbras a tener a alguien lejos de ti, cuando ya no forma parte de tu día a día, la distancia simplemente hace su trabajo y transforma los sentimientos bonitos en recuerdos.

No quiero eso, yo los quiero en mi vida para siempre.

—Cuando eliges ser un artista tienes que olvidar el apego, mi vida —me atrae contra su pecho y entierra sus dedos en mi cabello—. Todos nosotros elegimos caminos similares y eso significa que nos espera una vida llena de viajes, distancia, extrañar un poco y luego reencontrarnos, una y otra vez.

—La distancia y el amor no son compatibles, se sufre mucho, y luego no estás cerca para poder arreglarlo.

—Yo no hablaba nosotros, hablaba de los chicos —toma mi rostro con las dos manos y me ve de muy cerquita, rozando su nariz con la mía—. No hay distancia entre tú y yo, mi amor, yo te sigo a donde vayas.

Mi reacción inmediata es sonreír, lo hermoso que es sentirse amada no tiene ningún tipo de comparación. Sin embargo me veo en la necesidad de no seguir el impulso de simplemente decir que sí.

—Pero también necesitas trabajar y…

—Yo no trabajo porque lo necesito —me contradice rápidamente—, yo trabajo porque quiero.

—Aún así, no puedes modificar tus planes por mí.

—No estoy modificando nada, me tomé un tiempo para crear mi música y eso es lo que haré, aquí o en Nueva York.

—Deberías pensarlo mejor, estás siendo impulsivo nada más —reniego, aunque la verdad es que la posibilidad de que él vaya conmigo ha cambiado por completo mi perspectiva del asunto, no quiero hacerme ilusiones porque de todos modos no sería justo.

Él se queda en silencio, pensando por varios segundos en sus siguientes palabras. No parece estar dudando, simplemente buscando una forma de hacerme entender su punto.

—Me he sentado con mi cuaderno vacío cientos de veces, intentando encontrar dentro de mí algún sentimiento que valiera la pena poner en una canción —se pone de pie y me toma la mano para llevarme hacia el piano—. Jamás me salió nada, pero entonces llegaste tú y…

—¿Y qué? —cuestiono luego de un prolongado silencio.

—Tú llenaste de palabras mis vacíos.

Una sonrisita se escapa de mis labios, él es lo más tierno, hermoso, precioso y adorable que me ha pasado en la vida. La idea de que todo comience a ir mal por estar separados de verdad me estaba angustiando.

Él está a un lado del piano y yo al otro, pero luego de observarme un par de veces decide tomarme por los hombros y ponerme detrás suyo, dándome la espalda. 

—No puedo si me miras.

—¡Pero si siempre me cantas! —protesto, amo ver sus ojitos cuando tiene vergüenza, me siento indignada de que me prive de eso.

—Sí, pero esto es diferente porque lo escribí yo.

Me escribió una canción, ¡a mí! No lo puedo creer.

No sé que he hecho para merecer que él me quiera de esta forma, pero gracias universo, voy a estar en deuda contigo para siempre.

Las notas dulces en el piano me hacen cosquillas en el estómago, lo abrazo por detrás envolviendo las manos en su abdomen y recuesto mi cabeza en su espalda. Puedo escuchar con claridad el bombardeo acelerado de su corazón, igual que el mío.

En algún punto agradezco que él tampoco vea mis expresiones, porque me estoy muriendo de amor, aquí mismo, y la sensación solo aumenta en cuanto empieza a cantar.

Nubes de tormenta [LCS #2]Место, где живут истории. Откройте их для себя