Capítulo 43: Orgullo

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SANTIAGO

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SANTIAGO

Tiempo de definiciones, de cambios, de cierres y finales. También de comienzos, de valentía y de sueños cumplidos.

Quiero centrarme en lo puramente positivo, pero para eso tenemos que ponerle un punto final y definitivo a todo el drama que hemos vivido los últimos meses.

—¿Qué hacemos aquí? —cuestiona Elai, mirando por la ventana del pequeño bar poco concurrido en el que hace varios minutos esperamos.

—Te pido perdón de antemano por la forma en la que estoy haciendo esto, pero tenía que asegurarme de que estés aquí para que ella quiera colaborar —me anticipo mientras juego con mis dedos sobre la mesa—. Estamos esperando a tu madre.

—¿A mi madre? —se sorprende de inmediato— ¿Qué se supone que hará?

—Encontré un modo… no es del todo ético tal vez, pero ella nos va a dar lo que estamos buscando.

—¿En contra de mi padre? No te lo creo…

—Lo entenderás todo a la perfección en cuanto tengamos lo que necesitamos —aseguro, con la esperanza de que ya no haga más preguntas—. Solo no le hables sobre el bebé, ni sobre nada que sea importante para ti. Ella no está ayudando porque de pronto se le iluminó el alma y es una buena persona, solo lo hace porque quiere verte.

—No entiendo nada —resopla con frustración—, pero confío en ti.

—Gracias.

—¿Deberíamos grabar la conversación? Tal vez nos sirva como prueba en el juicio.

—Sí, es buena idea, apresúrate que ahí llega.

A través del húmedo cristal observo como un sujeto le abre la puerta del auto, él sostiene el paraguas para que ella no se moje, y luego de acompañarla hasta la puerta se queda del lado de afuera, mojándose como un imbécil.

Elai se ve un poco nervioso e incómodo, ojalá hubiera podido dejarlo afuera de esto, todo lo lejos de su familia que le sea posible. Y ojalá esto fuera lo último, pero tenemos dos largos juicios por delante antes de poder ponerle un verdadero punto final a toda la mierda.

—Hola —saluda ella, sentándose frente a nosotros. Se oye nerviosa, sus manos llenas de anillos hasta tiemblan un poco en cuanto las coloca sobre la mesa.

—Hola —Elai suena serio y distante.

La mujer estira sus manos hasta las de su hijo, y en cuanto las toca él se pone tenso.

—Te extraño mucho, ¿sabes? Te he llamado muchas veces, pero jamás me contestas.

—Porque no quiero hablar contigo, tal vez.

—Te entiendo —murmura alejando las manos—. Aún no me perdonas.

—Oh, no. No es eso. Yo dentro de mí ya te comprendí y te perdoné, simplemente es que no te quiero en mi vida.

Nubes de tormenta [LCS #2]Место, где живут истории. Откройте их для себя