Capítulo 15: Nube

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SANTIAGO

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SANTIAGO

—¿Pero estás bien? —le pregunto a mi amigo al teléfono.

El clima estaba extraño en la casa, nadie me dijo nada, pero Elai no estaba y era obvio que algo malo pasaba.

Por eso decidí llamarlo al salir de casa, y entonces me puso al corriente de lo que pasó.

Les dije que esto pasaría, pero jamás me escuchan, para ellos siempre soy el amargado de mente cuadrada, pero en definitiva soy el que mejor los conoce a todos, y el único que es realmente franco con lo que piensa.

—No... claro que no —murmura siendo sincero—. Estoy... triste y solo quiero llorar, es una mierda, porque me duele, pero al mismo tiempo no quiero dar marcha atrás.

—Sé cómo se siente eso, ¿Quieres que vaya a donde estás? —me ofrezco rápidamente.

—Tengo una reunión ahora, tal vez para el almuerzo, en algún sitio.

—Es tu casa Elai, no puedes irte, es ridículo.

—Es la casa de todos —me corrige de inmediato—, y solo tenemos dos habitaciones, así que a no ser que quieras hacerme espacio entre Aimée y tú, no tengo más alternativa que irme.

—Prefiero que duermas con nosotros antes de que andes por ahí solo.

—¿Y me dejas abrazarte? —pregunta soltando una risita.

—Hago el sacrificio, lo que necesites, quiero que estés bien.

—Era una broma, Santi, estoy bien —dice riendo otra vez—. Estoy acostumbrado a estar solo, no es nada nuevo.

—No vas a irte de la casa, así que tenemos que buscar otra solución —determino observando a Aimée esperarme en la acera mientras detengo el auto justo frente a ella—. Te veo al rato, si me necesitas antes solo llama y dejaré lo que sea...

—Lo sé, gracias.

Una despedida corta después, terminamos la llamada y observo atentamente a mi chica caminar hacia el auto.

Es hermosa, no necesita todo ese atuendo en colores claros perfectamente planificado, pero a ella le encanta pensar en los detalles y siento que de algún modo la hacen brillar por sobre todo lo demás, es ella, con sus ondas perfectas y brillitos en los ojos.

—Te ves tan hermosa... —le digo con sinceridad en cuanto sube al auto.

—Gracias —murmura bajando el espejito para comprobar su maquillaje—. ¿A dónde vamos?

Suena fría, hoy no hay cariñitos al parecer.

—¿Estás enojada?

—Sigues mintiendo y ocultando cosas, pero si quieres fingimos que no volviste a desaparecer esta mañana y te saludo con una sonrisa —habla con cuotas iguales de sinceridad e ironía.

Nubes de tormenta [LCS #2]Where stories live. Discover now