Nubes de tormenta [LCS #2]

Capítulo 10: Shots

SANTIAGO

Ni siquiera sé por qué estoy tan enojado, pero lo estoy. Quiero gritar, y quiero... golpear cosas.

Es estúpido, por eso no lo hago, siempre critiqué esas actitudes y por eso es que no entiendo por qué tengo estos impulsos ahora.

Algo no está bien...

Es que, ¿qué sentido tiene todo? Nada está en nuestras manos, por mucho que luche por sentirme mejor en cualquier instante puede volver a pasar cualquier otra cosa injusta y desbaratar mi vida por completo otra vez.

Estoy enojado con todos, enojado con la vida, con las personas que no me entienden, y también con las que pretenden que sí.

Estoy enojado con lo injusto que es todo, incluso estoy enojado con mi padre, por salvarme.

Ese era mi lugar, ahora él no está y yo estoy aquí, y tengo que lidiar con toda la mierda solo.

Estoy enojado conmigo, porque no puedo con nada y me siento inútil, y también, estoy enojado con ella.

—Estoy ocupado —murmuro en cuanto entra a la habitación.

—Sí, siendo un idiota —completa ella avanzando hacia mí de todos modos.

—¿Entonces qué haces aquí? —la increpo dejando el iPad sobre el escritorio, estaba dibujando la portada de su disco cuando vino a interrumpirme—. Eres libre Aimée, no tienes que estar de novia con un idiota si no quieres.

—Estoy aquí porque te amo y...

—No quiero hablar más de esto, ya basta —pido sintiéndome harto de todo—. Lo único que hacen todo el tiempo es cuestionar mis acciones y darme eternos sermones de cómo debo comportarme, pero ninguno de ustedes ha perdido a alguien que ama, ninguno de ustedes lleva el peso que yo llevo sobre mis hombros, ninguno tiene una familia que depende de ustedes para todo, así que no sé con qué criterio moral quieren decirme cómo hacerlo.

Ella suelta el aire y con eso sus ojos se llenan de lágrimas. Estoy cansado de verla llorar, yo no quiero lastimarla, ella no se merece nada de esto, pero de verdad me está superando todo.

A veces pienso que lo mejor es alejarme de ella, sé que sería doloroso, pero dudo que sea tanto como lo está siendo ahora.

Su actitud de pelea ha desaparecido, más bien está siendo real ahora.

—No quiero decirte cómo hacerlo, mi amor, quiero hacerlo contigo. —Se acerca a mí y toma mi rostro en sus manos—. Ya no me alejes...

—Yo no te alejo, tú lo haces.

—Tal vez no siempre hago lo correcto, tal vez no sé cómo, pero es que no tienes idea de cuánto duele verte sufrir y no poder hacer nada.

—Y tú no tienes idea de cuánto duele sufrir... —contrapongo, pero en cuanto levanto la mirada y la veo de nuevo, sus ojos celestes están rojos, su naricita rosa, su mirada es tan triste que duele...