Xiao Zhan es un inseguro chef de comienzo que sólo busca una salida a la mala vida que lleva. Sin embargo, en esa búsqueda se encuentra con Wang Yibo, el chico con el cual aprenderá que el corazón puede volver a ser reparado para amar.
Wang Yibo es...
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Cuatro años después.
Tener como primera visión a tu esposo dormido profundamente, con su pecho completamente invadido por el ahora no tan pequeño LuoRen de cuatro años, y del otro lado a YingMi, entre su brazo, acurrucados los cuatro a su manera, era lo mejor del mundo para A-Zhan. No es necesario decir que a pesar del mareo inicial por lo vulnerable que estaba al apenas despertar, una gran sonrisa haya aparecido en su boca.
Ya no era demasiado usual que los niños se colaran en medio de la noche con ellos, así que le gustaba despertar para que rara vez ellos estuviesen ahí.
Pero era una lástima que tuviera que despertarlos ya. La jornada diaria había comenzado.
—¿Ya me levanto?— Dió un brinco en su lugar, girándose leve para ver al mayor, que tenía uno de sus ojos abiertos, permaneciendo el otro cerrado, como si aquello fuese a impedir algún movimiento.
—Hmm. Ya es tan tarde, ¿No tendrías que haberte ido a eso de las seis?
—Pedí...— Acalló, esperando a que LuoRen volviese a acomodarse sobre de él con un tierno balbuceo. —Pedí un descanso hoy; ayer tuve doble turno, estoy algo cansado.
—Oh, sí, señor jubilado.— Burló, reprimiéndose al ver la cara de indignación de Yibo.
—Bueno, XiaoXiao. Contigo no sé si tengo dos hijos o tres.
—Por suerte, sólo son dos. No quiero imaginarme el desastre que seríamos si tuvieramos más; así que apresurémonos, ya es tarde para ellos y para mí.
🍓
Al final, Wang Yibo terminó con una buena regañada cuando llegaron a la escuela de A-Mi demasiado tarde de lo esperado, teniendo que esperar media hora para que sólo así pudieran ingresarla a rastas por las innecesarias reglas de la institución.
—¿En verdad tienes que ir? Es el día del Festival de Dragón, hoy no hay ningún tipo de servicio más que las clases medias.
—Ajá...— Zhan estaba lo suficientemente adormitado como para poder mantener la iniciante conversación en ese momento. ¿Por qué? Porque Yibo había pasado la mayor parte del trayecto callado, y no era un misterio que el estar aburrido para él era sinónimo de sueño.
—¡Pero sólo mírate! Apenas puedes mantenerte despierto ahora.— E iba a seguir hablando, si no fuera porque se dió cuenta que el menor ya ni siquiera estaba consciente; ya tenía los ojos cerrados e iba recargando su cabeza en el borde. —Pero si llevo la contraria, no podré ver como mis hijos se gradúan.— Musitó, ríendo bajito.
—Te puedo escuchar.
Los dos sonríen en conjunto, aún si no se están viendo. Eventualmente, A-Zhan suspira, abriendo sus ojos brevemente para mirar la parte de camino en la que van, notando apenas que todavía falta tiempo considerado para llegar a HuangYan Fu; así que vuelve a cerrarse con unas dulces cosquillas en su mejilla, cosa causada por el sonrojo que tenuemente aparece cuando Yibo le toma de la mano libre, alzándola para besar su dorso.
