章节 八

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Diescinueve años atrás

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Diescinueve años atrás.

El pequeño Yibo corría con desespero por toda aquella área del parque en su madre lo había llevado.

No podía encontrar a Dilraba, mucho menos a ella y eso lo estaba asustando tanto, que sus lágrimas estaban escurríendose por sus mofletes. No las veía cerca de donde estaba, el árbol de cerezo en el cual ahora yacía recargado, abrazando sus piernas contra su pechito mientras lloraba asustado era el único que lo acompañaba ahora.

La brisa que el comienzo del invierno emitía provocaba que los pétalos del árbol cayeran sobre él, pero eso no lo ayudaba a calmarse ni siquiera un poco.

De pronto, sintió que otra manita se posaba sobre la suya. —¿Por qué lloras?

Levantó la mirada, encontrándose casi enseguida con la de otro pequeño de mejillas regordetas que le estaba sonríendo, pero que aún así su expresión principal era algo asemejado con la preocupación. Un sollozo cansado salió de su boca, su vocesita de por si era suave, pero ahora estaba mezclada con hipidos frágiles. —Mamá no está, tampoco JieJie, ¿Me abandonaron?

El niño más pequeño abrió los labios con exalto. —¡No pueden!— Exclamó, limpiando con sus deditos las lágrimas que seguían escurriendose por las mejillas del otro. —¿Cómo te llamas?

Yibo no respondió enseguida, sino que se quedó callado, dudando en si decirle su nombre al pelinegro. Vió entonces unos destellos bonitos de entre la ropa de Zhan, especifícamente con formas de un sol y una luna. —Hmm, YiYi.— Emitió con un poco de seguridad.

El pequeño Xiao Zhan soltó una pequeña risita que hizo que Yibo también lo hiciera, olvídandose de su llanto por unos momentos. —YiYi, pareces un bollo al vapor, eres bonito.

Yibo frunció el ceño. —Tú eres un Xiao Xiao.— De un momento a otro, antes de que Xiao Zhan pudiera refutar algo contra el apodo que le había puesto, una voz femenina a lo lejos llegó a ambos oídos, la cual había gritado el nombre del primero.

Xiao Zhan le mostró esa gran sonrisa que llevaba consigo, antes de inclinarse aún más a él y juntar sus pequeños labios por una fracción de segundos, cosa que dejó a YiYi más que sorprendido. Sus ojitos abiertos de más hicieron a Zhan reír, antes de que se levantara y eventualmente corriera hacía una dirección.

Sus deditos fueron a dar hasta sus labios, tocándolos aún en estado atónito por la repentina acción del niño. Su vista estaba puesta en el mismo, viendo como le agitaba la mano en el aire.

Decidió apartar la vista por la sensación rara por la que estaba pasando, topandose con que en el cesped estaba tirada la cadenita que antes había visto en Xiao Xiao. Para cuando volvió a alzar su vista para tratar de devolverlo, Zhan ya no estaba cerca.

Hello, Little Happiness.Where stories live. Discover now