Capítulo 16

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—¿Qué tal?

 —Hermosas, en serio gracias.

Le planto un beso en la frente a Jake, ignoro su expresión sorprendida por mi muestra de cariño y admiro las alas que me hizo. Sí, para la fiesta de Mia, Jake es bueno en las manualidades.

 —Siempre le das más amor a él que a mí. —Dylan se cruza de brazos y hace un puchero. 

—Me cae mejor. —Le sonrío exageradamente para molestarlo. Dylan me fulmina con la mirada.

 —¡Uno! —vocifera al poner la carta en medio y presionar la última que le queda contra su pecho para que no pueda verla. 

—No puedo hacer nada, dale de comer. —Jake pone una carta al centro coincidiendo con el color de la anterior y después me mira esperando mi movimiento. 

Mamá entra a la cocina, terminando de colocarse un saco blanco y acomodando las mangas.

Desde lo sucedido por mi llamada de atención ni siquiera me mira directamente a los ojos, y si puede hacer como que no existo, mejor. 

—Saldré y no volveré hasta tarde. Dejé algo para que coman y volveré con su padre —avisa pasando de largo y tomando su bolso. 

Los mellizos le responden un «okay» al mismo tiempo. Supongo que es la conexión que tienen por ser mellizos, una que por mucho que me esfuerce no lograré tener con ninguno. 
Es como si la vida me hubiera dicho «estorbas aquí.» También es algo que mamá me dice con mucha regularidad. 

Arrojo una carta al centro y Dylan pone la suya ganando el juego, alzando el puño en el aire a modo de victoria.  Jake y yo estallamos en risas al ver su actitud exagerada.
Dylan nos fulmina con la mirada.

                                                                                           ⋆ ˚。⋆ ˚。⋆ 

Al pasar un par de horas me levanto del alféizar de la ventana para dirigirme a la cocina. 

—¡Jake! ¡Dylan! 

En un abrir y cerrar de ojos los rubios se sientan al otro lado de la barra de la cocina. 

—¿Quieres ayuda? —pregunta Dylan.

Yo niego con la cabeza. Pongo a calentar lo que mamá dejó de comer cuando suena el timbre, estoy por rodear la barra cuando Jake se levanta y abre la puerta. 

—Alex, es para ti. 

Llego hasta donde él y lo empujo ligeramente con las caderas. No sé si estos niños son muy altos o yo muy pequeña, pero ya está de mi altura y en pocos meses me dejará atrás. 

—Hola —saluda Samuel, con una sonrisa que marca sus hoyuelos. A veces me dan ganas de picarlos, no sé la razón simplemente quiero hacerlo. 

—Hola... ¿Qué haces aquí? 

—Vine a traerte esto. —Saca de su pantalón aquel pequeño dispositivo lila—. Volviste a olvidar tu USB, pecas. Lo encontré en mi mochila. 

Me quedo viendo el USB en su mano, preguntándome cuándo es que lo olvidé. No suelo ser distraída, la ansiedad me hace revisar unas treinta veces si llevo todo encima, así que no sé cuándo la olvidé. 

—¿No me invitas a pasar? —cuestiona desviando la mirada adentro y con una sonrisita molesta.

Me hago a un lado y Samuel entra, saludando a los mellizos que comen en silencio. 

—¿Y cómo llegó eso a tu mochila? 

Samuel se gira hacia mí, con una expresión divertida. 

—La verdad me la llevé, una buena excusa para verte. 

Sola #1 [✓]Where stories live. Discover now