Capítulo 4

181 23 7
                                    

—Si quieres podrían hacerlo en mi casa, llevo a Angie y estamos los cuatro, cada quien en lo suyo. 

—Estaré bien —le aseguro de nuevo. Mia me sonríe pensativa mientras caminamos hacia su casillero. 

—Será incómodo también para mi, probablemente la última vez que le dirigí la palabra a Angie fue para defenderte. —Hace una mueca y abre la puerta de metal azul. Guarda algunas de sus cosas y vuelve a cerrar el casillero. 

—Sí, pero éramos niñas, ni siquiera le guardo rencor. —Me encojo de hombros. Ella asiente estando de acuerdo con lo que dije.

Ambas salimos al estacionamiento y subo con ella al auto. En realidad es de su padre, pocas veces se lo deja a Mia ya que él trabaja y tiene que ir a su clínica muy temprano. Mia se ofreció a llevarme a la casa de Samuel y yo acepté, no queda tan lejos. 

Al llegar observo su casa durante unos segundos en los que me convenzo a mi misma de no alterarme, esto de socializar se me da mal. La castaña se despide de mí haciendo un gesto con su mano y arranca pasados unos pocos segundos. 

Doy un par de toques en la puerta y nerviosa muerdo mi labio. Escucho ruido en el interior y Samuel aparece detrás de la puerta con una sonrisa en el rostro. 

—Hola. —Hace un gesto con ambas manos para que pase. 

Musito un «hola» que no llega a escuchar. Samuel sube las escaleras y yo lo hago también. Llegamos a lo que sería una especie de ático pero que también es su habitación. 

—¿Quieres algo? —pregunta dándose la vuelta. Yo niego con la cabeza y le dedico una sonrisa. 

Le doy un rápido vistazo a la habitación evitando hablar. Su cama está de frente a las escaleras, por debajo de una ventana de la que entra luz. También hay un pequeño sofá, una mesita de café y una alfombra. Su escritorio luce desordenado y por encima de este hay una estantería.
Samuel toma su laptop y se sienta en la alfombra gris que parece ser muy suave. 

Me acerco al sofá y dejo mi mochila ahí. 

—Bien, ¿con qué quieres comenzar? —cuestiona alzando la vista de la pantalla, el reflejo de esta brilla en sus ojos. 

—Supongo que primero debemos de elegir el tema. —Le dedico una sonrisa lánguida y me siento frente a él. 

La verdad es que la alfombra si está tan suave como lucía. Saco mi laptop y comenzamos a trabajar. 

                                                                                            ⋆ ˚。⋆ ˚。⋆ 

Por lo que he visto de él —que es poco, solo he estado aquí dos horas—, puedo saber que se distrae fácilmente, ya sea golpeando el bolígrafo contra la superficie de la mesa, mirando por la ventana, jugando con los pequeños pelitos de la alfombra o incluso mirándome a mí y a la pantalla de mi laptop. También que le gusta mucho sonreír, lo hace tan fácilmente que me pregunto cómo es que tiene la energía suficiente para hacerlo tan seguido, es muy risueño y parlanchín, aunque se ha estado aguantando las ganas de hablar, solo veo como sus labios se abren y vuelven a cerrarse sin decir nada. Y por último que cuando sonríe ampliamente un par de hoyuelos se marcan en sus mejillas. Me parecen lindos. 

El trasero comienza a dolerme y hace unos treinta minutos que solo estoy jugando con los tamaños de la letra y las fuentes porque ya tuve suficiente por hoy. Samuel parece estar en la misma situación solo que él no finge, su laptop está cerrada y se tira en el sofá detrás mío. 

—¿Quieres algo de comer? Tengo mucha hambre. 

Cierro mi laptop y me giro hacia él. Sus iris verdes se posan en mí esperando mi respuesta, yo asiento sin decir nada. 

Sola #1 [✓]Where stories live. Discover now