Capítulo 24

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Lucas

Me bajo de encima de Emma y me separo de ella quedándome sentado con una separación entre ambos de poco más de un metro. Flexiono las ropillas y apoyo los codos sobre mis piernas seguidamente me paso las manos por el pelo y las dejo quietas a mitad del proceso, suspiro y suelto las manos, no sé qué cojones hacer, vuelvo a mirar a Emma.

Ella se ha incorporado y me observa al igual que yo a ella. Sus ojos se cristalizan en un abrir y cerrar de ojos, parece que mis palabras le han llegado muy a dentro, espero no haber sido muy cursi o demasiado empalagoso, no me van esas cosas.

Pues para no salirte, no paras de soltarles cosas de ese estilo...

Maldita conciencia traicionera.

—De... ¿De verdad me quieres? —pregunta Emma con un hilo de voz tras un silencio eterno.

—¿De verdad crees que no lo he hecho todo este tiempo?

Parece que Emma no digiere mis palabras, le cuesta creer lo que le he dicho, lo veo en su cara, lo que me transmite a través de miradas, es una persona muy transparente conmigo y eso es algo que me encanta. De nuevo nos inunda el silencio, los segundos que se mantiene callada se me hacen eternos, porque por mucho que sepa que mis palabras le han llegado hasta el corazón, el estar callada me hace pensar que una parte de ella no se cree del todo lo que le estoy diciendo.

Emma llena sus pulmones de aire y seguidamente lo suelta todo entrecortadamente, como si tuviese un nudo que no la dejase respirar bien.

—Yo también te quiero Lucas.

Silencio de nuevo.

—No sabes lo mucho que te quiero, lo mucho que te deseo y lo mucho que he odiado estar mal contigo —confiesa con los ojos aún cristalizados.

Emma posa su mano en una de mis mejillas y me acaricia con el pulgar con suma dulzura, no aparta sus preciosos y grandes ojos de mí a la vez que me sonríe tímidamente.

No me tiene que decir nada más para hacerme entender que ya estamos bien, toda esta semana ha sido una locura y lo único que necesitábamos era abrirnos y hablar el uno con el otro.

Emma inclina su cuerpo hacia adelante y se para a medio camino, al ver sus intenciones decido ser yo el que da el paso pasándole una mano por la nuca y atrayéndola hacia mí. Pego mis labios a los suyos y nos fundimos en un tierno beso, creo que nunca he besado con tanta delicadeza a nadie, y eso me gusta.

El beso es lento, pasional, no tenemos ninguna prisa y con este le demuestro que tengo un lado cariñoso. Solo se lo muestro a ella y de vez en cuando a mis seres queridos, cosa que lo hace especial.

Las personas frías como yo solo demostramos lo que sentimos con las personas que realmente queremos, por ello nuestro lado más dulce es completamente sincero, porque lo mostramos cuando nos nace y eso no lo ve cualquiera.

Acaricio la cara de Emma y escucho un corazón bombear a toda velocidad, no sé si es el mío, el de ella o ambos. La serotonina que nos generamos el uno al otro se palpa en el aire, al igual que las ganas y la pasión cuando nos separamos unos segundos y nos miramos.

Qué guapa es joder... esos labios del color de las frambuesas, esos ojos tan grandes y expresivos, esa nariz tan diminuta y salpicada de pecas. En sí esa cara tan bonita, esta chica tan preciosa que ha acabado con mi cordura.

A la mierda la delicadeza.

Me lanzo a su boca como si nunca la hubiese besado antes y tuviese las mismas ganas que la primera vez que la besé. Anhelo esta boca desde hace más tiempo del que pensaba, es como una puta droga que quiero consumir el resto de mis días.

A 1080 kilómetros por hora [Impactos #1]Kde žijí příběhy. Začni objevovat