Capítulo 8

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Lucas

Ayer el día no estuvo nada mal, sobre todo teniendo en cuenta que Emma y yo estuvimos la mar de bien. Despertar no me cuesta lo más mínimo, me encuentro como una rosa, el surf cansa bastante y ayer cuando mi cabeza tocó la almohada me dormí instantáneamente.

Una vez me despierto, también despierto a Austin, ayer no tuvo primera hora, pero hoy si la tiene y no tiene pinta de querer levantarse de la cama. Me visto con unos tejanos azules y una camiseta blanca con unas letras del mismo color del pantalón, por último, mis zapatillas blancas.

Después me aseo, y antes de salir por la puerta no me olvido de ponerme los anillos que ayer me quité antes de ir a la playa. Una vez salgo por la puerta recuerdo que ayer Emma quería hablar conmigo, entonces doy unos suaves golpes a la puerta que tengo enfrente.

—Un momento —escucho que me dice su voz.

Emma me abre la puerta, aún lleva el pijama puesto, se trata de una camiseta de tirantes gris y unos pantaloncitos cortos blancos. Se le ve despierta, estoy seguro de que está aseada, ya que ha recogido su melena en dos largas trenzas y ha dejado dos mechones sueltos que le caen dócilmente por los costados de su cara salpicada por pecas.

—Buenos días —me dice apoyando la cabeza en el borde de la puerta que no ha abierto del todo.

—Hola —respondo.

—¿Necesitas algo?

—Si, ayer me dijiste que querías hablar conmigo.

—Ah, sí es cierto, pasa.

La habitación está completamente ordenada, y las sábanas de las tres camas están estiradas sin ninguna arruga en ellas. Emma ha llenado el trozo de pared de al lado de su cama con posters, y en el trozo de pared de al lado de la ventana hay un corcho, que si cayese por la noche le daría un buen golpe a Emma en la cabeza. Sobre la cama del centro está la ventana y en su repisa hay una pequeña planta de plástico y muchas velas de distintos tamaños y colores. Por último, en la otra pared, hay una manta con un mandala dibujado, es de colores azulados. Deduzco que esa es la cama de Vee ya que la mochila roja que usó ayer para ir a la playa está sobre la cama.

Emma entra y sin doblar las piernas, baja su torso para coger el portátil que carga en el suelo, yo me quedo en la puerta anonadado, ha dejado a la vista, sin querer claramente, cierta cosa que no ayuda a la cordura que me queda.

—¿Te vas a quedar ahí todo el día o vas a venir? —reacciono volviendo a la realidad, me acerco a ella que está sentada en su cama.

—¿Pasa algo? —pregunto —¿quieres hablar de algo? —ella frunce el ceño.

—Si, ¿ayer tuviste clase de algo relacionado con sonido?

—Sí —afirmo.

—¿Quién es el o la que te da la asignatura?

—Creo que se llama Richard —intento recordar —no me acuerdo bien, tiene el pelo rizado y negro y el tío es delgaducho.

—Robert, se llama Robert —me corrige.

—Ah sí, es verdad... —miento porque realmente no me acordaba, más que nada porque es un dato irrelevante para mi vida.

—Supongo que a vosotros también os ha pedido que compréis un pen o disco duro, cascos y tarjeta SD.

—Sí.

—Vale, tenemos el mismo profesor, y a mí también me lo ha pedido. Ayer encontré esta página —teclea una serie de cosas y gira la pantalla hacia mí —y por la compra de las tres cosas que nos ha pedido, si las compro, me regalan un producto de cada de más. Es decir que vendrían dos de cada.

A 1080 kilómetros por hora [Impactos #1]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu