—Te he echado de menos —susurra.

—No sabes las ganas que tengo de comerte la boca —le digo yo sin tapujos, sin susurrar ni mierdas, me da igual que nos escuchen, es evidente que entre Emma y yo hay una fuerte tensión sexual.

La suelto en el suelo, la piel que hay bajo sus miles de pecas, esta ruborizada. Tengo el impulso de besarla, pero no sé si ella querrá que lo haga ante todos, lo último que quiero es hacerle sentir incómoda si nos miran. A mí me importa una santa mierda que se fijen en nosotros, además de porque son mis hermanos, porque no hay nada que no sepan.

Kayla se separa de Austin y se aleja de él viniendo a saludarme a mí, Emma saluda a Zach el cual le revuelve el pelo mientras la abraza, Emma no es una chica baja pero si a mi lado ya es enana, al lado de mi hermano es un tapón teniendo en cuanta que Zach me saca varios dedos de altura. Vee, está con Austin el cual la felicita, hace poco fue su cumpleaños.

—Oye Lucas, Emma me ha contado lo de... ya sabes... —susurra.

—Ah, ¿ya lo ha hecho? —pregunto susurrando también.

—Sí —sonríe —luego hablamos.

Ella se separa de mí y se va con Zach, Vee conmigo a la cual felicito por sus dieciocho años, y Emma está con Austin. Emma está subida a la espalda de Austin y él la coge de las piernas, parece que le ha saltado por la espalda y se saludan animadamente. Después ella se baja y se funden en un gran abrazo de oso. Austin le da las gracias por el regalo que le hizo, es verdad, yo no lo he hecho. Miro el anillo que decora uno de mis dedos y recuerdo el grabado que hay en el interior, tengo que preguntarle que narices es.

Kayla insiste en que ellas nos lleven las mochilas hasta el coche, evidentemente les negamos esa oportunidad. Mientras Kayla insiste una y otra vez, Emma corre hacia el suelo y coge mi mochila aunque yo la cojo de la cintura y la impulso hasta acercarme su espalda al pecho

—¡Suéltame! —me exige.

—¿Vas a soltar mi mochila? —le pregunto tranquilo.

—No.

—Pues no pienso soltarte.

—¡Lucas! Suéltame —se ríe —esto es en contra de mi voluntad, podría denunciarte.

—Tú has cogido mi mochila en contra de mi voluntad, podrías estar robándome —contraataco.

Kayla y Vee aprovechan nuestra pequeña escena para cogerle la mochila a mis hermanos que también forcejean con ellas.

—De acuerdo... suéltame y te la doy.

—No —no me la creo, es imposible con lo cabezona que es que haya cedido tan rápido.

—¿Por qué?

—Porque te soltaré y no me la darás.

—Sí lo haré —se queja.

—Júralo.

—Lo juro —dice al segundo.

Suelto a Emma, se gira para mirarme con una sonrisa perversa en la cara, y procede a colgarse la mochila de la espalda.

—¡Oye! Lo has jurado —me quejo tendiéndole la mano para que me dé la mochila.

—Pero he cruzado los dedos, entonces la promesa no vale —Emma me saca la lengua como una niña de cinco años.

—Eso es mentira.

—Claro que no lo es, si cruzas los dedos cuando juras algo la promesa deja de tener valor.

Yo pongo los ojos en blanco.

—De acuerdo, te dejo llevar mi mochila, pero ¿qué gano yo a cambio?

—Menos peso.

A 1080 kilómetros por hora [Impactos #1]Where stories live. Discover now