el fuego del hogar

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La muchacha era una muerta en vida, si sus compañeros no la hubiesen ayudado a montarse en la barca, jamás lo hubiera hecho. Se encontraba en trance, pensando. Uniendo piezas en su cabeza, tenía que imaginarse cosas que nunca un ser humano habría podido imaginar. Haber nacido de la voluntad de Dios, moldeada como un arma, vivido como una esclava, para acabar destruyéndolo todo. Había posibilidades de que aquel behelit que guardaba en su bolsa verde no le pertenecía a ella y sólo se lo estaba acercando a alguien más, o, quizás sería la puerta para el final de la historia.

Dos barcas llegaban a esa orilla, playas de arena fina y blanca, sin ni un alma a la vista. Al grupo de siempre lo acompañaba el capitán Roderick, el hermano de Farnesse, Magnífico y un caballero extraño bajito y regordete, con una armadura plateada que sólo dejaba ver su gran y peludo bigote. Una sirena salida el agua cristalina, hablaba con Isma, parecía su madre, ya que le aconsejaba de todo.

- Hey, tranquila, estás aquí con nosotros.- Farny puso su mano en el hombro de la pelinegra sacándola de su mundo propio y sonriéndole. Bryn le sonrió también, pero en sus adentros no estaba muy segura.

- Quedarse aquí por mucho tiempo significa, separarse del mundo exterior. El curso del tiempo va más lento.- advirtió la mitad pez, que era increíblemente hermosa.- Aunque paséis aquí unas simples semanas, fuera de la isla podrían ser meses.

- ¡Qué guay! ¡En esta isla somos como inmortales!- reía Isidro.

- Créeme que no es tan bonito como te lo imaginas.- respondió Bryn por lo bajo y la sirena la miró.

- Puedo sentir tu energía, creo que el tiempo no cambiará para ti, pero sí que algunos de los seres de este sitio pueden actuar contra ti.- explicaba amablemente.

- Sí, ya me lo temía... Siempre puedo volver al barco.

- De eso nada.- Guts empezaba a andar.

- Hey, ¿Y por qué no?- ella empezó a seguirlo y los demás miraban sonrientes, siempre estaban discutiendo aquellos dos.

- Porque capaz y te ahogas.- ahí empezaron los insultos.

Las praderas eran de hierba alta y algo seca por el calor y la poca lluvia, pero había manzanos y varios árboles de frutos secos. Eso a Bryn le recordaba los días en los que iba con Rickert y Judeau a recolectar frutas. Siempre volvían tarde porque se quedaban haciendo el tonto escalando los árboles. Cuando perdió las extremidades siempre veía a sus antiguos amigos escalar los pinos, los miraba celosa por la ventana y algo entristecida y en el momento que recuperó su cuerpo, no pudo disfrutar de hacer cosas tan normales como jugar, correr o incluso simplemente comer. De un día para otro ya sólo utilizaba sus manos para matar y sus pies para andar hacia un destino peor que el anterior.

Hubo un momento en el que de repente se mareó un poco, sintió cómo había traspasado una especie de barrera, pero que nadie más había notado, ni siquiera la bruja, que caminaba hablando con la rubia. Puck y Magnífico cuchicheaban sobre algo de oro y reyes, Casca cogía flores y se las ponía en el pelo a Roderick y Serpico que le seguían el juego. Los dos caballeros parecían hacer una carrera silenciosa para ver quién iba el primero liderando. Isma e Isidro caminaban juntos, hace nada se habían agarrado de la mano y ni se miraban, andando cómo tomates con patas. Bryn se quedó parada observando a aquellas personas que en realidad, no conocía de nada, pero sentía un gran amor y aprecio por estas, cuando sintió un olor extraño.

Legendary Lovers (Griffith × OC) [Berserk] Where stories live. Discover now