arma demoníaca

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- ¡Bryn! ¡Bryn!- Rickert iba en busca de la chica que no había salido todavía de la tienda aunque el sol brillara ya en lo alto.- ¡Guts está muy mal herido! ¡Necesitamos tu ayuda!

Entró en la habitación rápido y se encontró con la muchacha en una esquina hecha una bolita, mirando al piso, con los ojos algo perdidos. Ella movió su cabeza como si hubiera salido de un trance y lo miró confusa y sorprendida. Su cara estaba algo mal delgada y tenía unas grandes ojeras.

- Ah, sí, ya voy…- sonaba ida, se levantó encorvada dejando caer la manta y Rickert enrojeció al verla completamente desnuda.- Disculpa…

Ella no parecía tener energías para siquiera avergonzarse, todavía andaba mareada y débil. El chico salió nervioso. Ella se vistió como pudo y se colocó su capa. Envainó su nueva espada y se la colocó en el cinturón de su cadera. También agarró su bolsa verde.

- ¿Y Casca y los demás? ¿Están bien?- preguntó al chico cuando salió, amarándose por primera vez en mucho tiempo, su pelo negro enmarañado en una coleta baja.

- Eh… Sí, sólo rasguños.- él evitaba mirarla mientras la guiaba a la tienda de los heridos.- Tú… ¿estás bien?

- Mentiría si dijera que sí, no he dormido muy bien hoy, no te preocupes demasiado.- ella apretaba su mandíbula, la parte demoníaca seguía empujando en su interior e incluso al chico lo veía como una posible víctima para saciar su hambre. Aun así, con todo el dolor, su parte humana reinaba en ella, por ahora.

Entró donde el escuadrón de Guts se arremolinaba alrededor de su capitán, que yacía en el suelo con sucias vendas mal puestas por su cuerpo. Un sacerdote noble intentaba darle cura. Casca también se encontraba cerca de él, llorando un poco.

- Hemorragia externa e interna, necesita sangre.- dijo Bryn con tan sólo echarle una mirada, mientras se arrodillaba a su lado.

- ¡Bryn! ¡Gracias al cielo!- agradecía la morena.

La blanca de piel sacaba el mismo mecanismo que utilizó en su primera noche con la banda, con aquel hombre que perdió su mano y estaba a punto de morir.

- Rickert, ya sabes lo que hacer.- el chico apartaba al sacerdote y aceptaba el tarro de ungüento verde y la aguja e hilo para coser las heridas.

Ella introdujo la gran aguja en su brazo recién nacido y la otra en el brazo de Guts, que la miraba totalmente consciente con mala cara. Bryn sabía que como se quitara más sangre todavía, le dolería como la misma muerte, pero era la única que podía donar sangre a todo el mundo y no había tiempo que perder.

- ¿Qué es eso? ¡Yo no necesito nada de eso!- se quejó el cabezota de Guts cuando vio que la sangre de la chica entraba en su cuerpo. Y Casca le reñía, pero la que estaba más harta de su comportamiento era la médica.

- Cierra tu maldita boca ya, imbécil.- dijo y Guts calló, también el resto de la pandilla.- Si quieres morir, dímelo a la cara y me iré.

Ambos se miraron a los ojos sin decir nada, el chico puso una cara molesta y miró hacia otro lado, mientras ella se acomodaba para que la sangre fluyera sin problemas.

- ¡Ya llegó Griffith!- gritó alguien fuera, al parecer el capitán, con la resaca se había marchado al frente para reunirse con el resto de comandantes y con el rey, muy temprano en la mañana, y ya había llegado.

Legendary Lovers (Griffith × OC) [Berserk] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora