al borde del abismo

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Rickert gritaba a sus espaldas pero ella andaba a zancadas grandes. Tardaron toda la noche en llegar, no hubo tiempo de dormir ni de pensar. Bryn estaba poseída por la ira y por la situación en la que había dejado la persona más importante de su vida en una jaula en manos del enemigo. Desesperación era lo que sentía, parecía que cada segundo que desperdiciara, era un paso para volver a perderla. Al tratar al Rey Tudor así y abandonar el castillo de esa manera, firmó el fin de la tregua, sabía que el enemigo atacaría con todo lo antes posible y ella no estaba dispuesta a quedarse sentada.

Ignoró al joven y a Casca que salía sobresaltada de su tienda por el alboroto. Aún ni había amanecido, sólo los guardias estaban despiertos y algo confusos por la rápida llegada de aquellos dos. Bryn se acercaba casi corriendo y entró a la tienda de su capitán. Respiraba entrecortadamente, sus ojos estaban rojos y muy abiertos como si hacía rato que no parpadeaba, su pelo enmarañado y su cara sucia y con rasguños por la maleza, le daba un aspecto de loca. Griffith se giró hacia ella, se abrochaba sus pantalones marrones de cuero, todavía no se había puesto la camisa, estaba a medio vestir. Levantó sus cejas sorprendido y musitó algo.

- Tengo información suficiente como para conquistar cuatro castillos, tenemos que salir ya hacia el frente.- habló con determinación, mirándolo fijamente.

- Está bien, cálmate, tenemos que asegurar el plan...- Griffith sonreía con calma.

- ¿No me escuchaste? Hay que salir, ¡YA!- se acercó algo a él. Era bastante alta, así que podía intimidar a alguien de la altura del joven. Pero el ego del muchacho era infranqueable, más que intimidarse, se molestó.

- ¿Quién eres tú para darme una orden? Yo soy el capitán, mi banda saldrá cuando yo lo diga.- se miraron a los ojos y ella apretó sus puños.

- Cierto, pues me largo, si me voy de la banda, podré salir cuando me dé la gana.- ella ladeó su cabeza y giró sobre sus pies para marcharse, pero se escuchó como el chico desenvainaba una espada a sus espaldas.

- ¿Crees que dejar a una banda de mercenarios y más la Banda del Halcón, por un capricho de niña pequeña, va a ser tan fácil? Cuando salgas de esta tienda, no serás sólo una enemiga para los Tudor, sino también para nosotros y una traidora en nuestro territorio es mosquita muerta.- él pegaba la punta de su espada a la nuca de la pelinegra.

- No es un capricho infantil, es cuestión de vida o muerte, salir a luchar ahora o dentro de unas horas, podría significar eso mismo, cumplir o no, mi sueño.- Griffith levantó una ceja y ella se daba la vuelta para mirarle.

- A parte de eso, ¿Qué piensas hacer? ¿Una sola mujer contra un ejército? Mejor dicho, ¿una médica contra guerreros experimentados y sangrientos? Dejando la banda sólo escavas tu tumba más rápido.

Ella rio, provocando un desconcierto al chico.

- Por supuesto, sigues subestimándome...

- No te conozco, pero no creo que puedas acabar con un ejército de miles de soldados.

- Puede que no o puede que sí, a Guts no le dirías lo mismo, ¿verdad? ¿Por qué a mí sí? ¿Por qué soy una mujer?

- No, no es por eso, es sólo que...

- Pues entonces déjame ir, si no vas a hacer nada por tu cuenta, déjame ir a suicidarme, como tú dices. Quédate aquí sentando preparando tu estúpido plan, pero ya te digo que sólo tienes que añadir una pequeña intromisión, que hará que esos planos caigan como piezas de dominó. Al final una guerra la gana el más fuerte, las estrategias te protegen al empezar, pero cuando ya no queda nada más que tu cuerpo y una espada, sólo tienes que seguir clavándola hasta acabar.

Legendary Lovers (Griffith × OC) [Berserk] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora