castigo eterno

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- Una razón para arriesgar mi vida para salvarte... ¿Realmente la necesito?- Guts se sorprendía ante la respuesta de Griffith.

Ambos con todavía las vendas por sus cuerpos y muletas para ayudarlos a andar, tomaban el aire en una azotea del castillo del rey de Midland. Guts se había llevado una semana en cama y Griffith algo más, a parte de la disputa entre Casca y Guts, Griffith sentía un malestar por otra persona que no conseguía localizar. Al parecer, nadie recordaba lo que pasó en la batalla, para su banda, acabaron con todo un ejército a golpe de espada, sin ninguna ayuda sobrenatural. Lo que sí recordaban, era a Zodd, la gigantesca bestia que huyó al divisar una simple baratija que el capitán levaba colgada al cuello.

- Yo sólo... Preguntaba...- Guts no comprendía por qué, su capitán no paraba de arriesgar su vida por él.

El albino sonrió leve y miró al campo, mientras el viento le daba en la cara, moviendo su cabello.

- La buscas con la mirada. Está en la colina de detrás del palacio, sólo viene para dormir y luego vuelve a irse. No quiere hablar con nadie.- habló Guts entendiendo la mirada de su colega.

Griffith se iba a dar la vuelta para marcharse a donde le dijo el moreno, pero casualmente, el rey pasaba por allí y el muchacho hincó una rodilla en el suelo. En cambio el otro chico seguía apoyado indiferente en la barandilla.

- ¡Hey, Guts!- le gritaba susurrando el peliblanco.- ¡Inclínate!

Guts poca cuenta le echó hasta que un noble que acompañaba al monarca empezaba a hacer un escándalo, para no escucharle hablar más, el chico, por fin se agachó.

- Está bien, levántense, yo sólo caminaba por aquí.- dijo el rey amablemente y aquel noble se quejaba.- Combatir en una guerra y comandar el ejército desde palacio... Es un trabajo duro. No me deja tiempo para despejar mi mente. Permítanme presentarles a mi hermano, el duque Julius, él es el comandante de la armada del Dragón Blanco y el heredero del trono de Midland.- señaló al tipo que se había estado quejando y este hizo una mueca de asco.

El rey se acercó un poco más y sonrió cálidamente.

- Griffith, tu ejército y tú habéis peleado valerosamente y habéis vencido. Me recordáis a mí mismo cuando era joven, luchando en primera fila con comandantes de alto rango. Haces que la sangre de mi cuerpo hierva y fluya, te lo agradezco.- alagó.

- No es nada, su majestad.- el muchacho hizo una reverencia con la cabeza.

- ¡Su majestad! No tiene por qué hablar con estos novatos...- susurraba el duque Julius, con notable arranque de celos.

- No hay problema, Julius.- continuó el monarca.- Hay muchas personas que no están de acuerdo con que haya nombrado a un plebeyo, como caballero con rango... Pero ningún rango o regla nos hará ganar la guerra, ni alimentará a nuestro pueblo hambriento. Es una época de caos. Tengo la esperanza de que gente como tú, que ayuda a otros, defienda esta nación. No los nobles en el palacio.

- Me honran los elogios de su majestad.- esta vez la reverencia del muchacho fue más grande y cuando se levantó, sus ojos se cruzaron con otros tímidos a lo lejos.- ¿Quién es la joven señorita que se encuentra allí?

- Oh... Ella es mi hija, Charlotte.- dijo el rey.- Es una chica callada y tímida... No le gustan los soldados así que rara vez sale del palacio. Charlotte, ven.

Legendary Lovers (Griffith × OC) [Berserk] Where stories live. Discover now