cuernos como el diablo

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Una flecha atravesó su hombro, otras dos su pulmón y estómago, y, por último, otra en la garganta. El corcel, también con decenas de agujas clavadas, se desplomó en el suelo. Ella bajó sus brazos, aun sentada en el lomo de su caballo muerto, saboreando el inmenso dolor del abismo de la muerte. Sentía la sangre espesa brotar de sus heridas con lentitud, como si no estuviera segura de salir o volver al cuerpo. Aun sonreía y sintió como el caballo del capitán se posicionaba a su lado, el muchacho le gritaba algo, pero ya no podía escuchar. Bueno, en realidad, no quería escuchar. Había tocado fondo.

Con su mano izquierda agarró la flecha que le perforaba la garganta y se la arrancó como si fuera una simple astilla en un dedo. Se fue arrancando una a una y todos los presentes aguantaban la respiración, observando la escena como una aparición divina. Su sangre retrocedía, en vez de salir, volvía a su cuerpo y sus heridas sanaban solas. Pero no era la única, el animal muerto también volvía a la vida, pero algo más macabro, con las flechas aun perforándole ambos globos oculares. El tiempo también cambiaba, se despertaba una brisa de tormenta y las nubes negras llenaban los cielos, con ganas de quedarse un buen rato. Truenos y relámpagos, sustituyeron los gritos de las personas que aún se quemaban vivas en las jaulas.

- Nosferatu Zodd se encuentra en la fortaleza, coge tus tropas y acercaros hasta allí. Yo me ocuparé de estos peones.- dijo Bryn cuando sus cuerdas vocales fueron reparadas por fin, sin dejar de mirar al enemigo, con su cara serena.

- ¿Pero qué…?- el muchacho no sabía ni que decir.

- Sólo necesito una orden para atacar, capitán.

- Bryn, tú…

- Sólo una orden, Griffith.

Él tragó saliva, la miraba, había perdido el brillo en sus ojos, parecía que en realidad sí que había muerto y ese cuerpo era algo fantasmal. Pero por primera vez desde que la conoció, algo le empujaba a confiar en ella más que en nada más. Por fin, se veía alguien completamente honesto.

- Está bien.- tartamudeaba un poco.- Bryanna, quiero que acabes con el enemigo, no dejes a nadie en pie. ¡Ábrenos el paso al castillo, Bryn!

- Sus deseos son órdenes.- sonrió cansada y antes de que el caballo empezase a trotar con fuerza, sacó la espada de Griffith totalmente arreglada y brillante de debajo de su capa. Se la entregó al muchacho antes de partir hacia el enemigo.

Los cascos del corcel desprendían llamas verdes, al igual que sus orificios nasales, en cuanto a la chica, sus ojos también se tornaron de este color y sonreía de oreja a oreja. Sus dientes empezaron a crecer, volviéndose más afilados, su mandíbula parecía desencajarse para que una lengua bastante larga y negra saliera de su boca, se relamía los labios, como una bestia a punto de devorar a una presa. Sus pupilas eran ahora como las de un reptil y su pelo crecía, haciéndose más largo. Garras en vez de manos y pies, su capa ya había salido volando tiempo atrás, dejando ver su traje negro de cuero ceñido, y, unos extrañas espinas que le empezaban a salir en la espalda, recorriendo de arriba abajo su columna vertebral.

El enemigo también empezaba a correr manteniendo punzantes lanzas al frente. A unos metros de chocarse, Bryn, o lo que quedaba de su humanidad en ese cuerpo demoníaco, se ponía de pie en el lomo del animal. Unas alan de murciélago empezaban a salir estrepitosamente de sus omoplatos. Cada cambio en su cuerpo le creaba un dolor inmenso, pero a la vez, se volvía adicta a esa sensación.

- Alzaos.- ella dio una orden con una voz gruesa y decidida, la tierra tembló.

Cuando se produjo el choque, una lanza atravesó al corcel, pero este no paraba de correr, tirando a varios soldados al suelo. Bryn emprendió vuelo con esas oscuras alas que cada una, le doblaba su propio tamaño. Hacía tanto tiempo que no se liberaba, que pensaba que sus poderes estaban algo oxidados, pero milisegundos después sonreía al ver que del suelo brotaban sus más fieles súbditos.

Legendary Lovers (Griffith × OC) [Berserk] Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon