Hechizo de tres noches (OUAT Rumbelle)

Capítulo 15 "Judgment"

Poco a poco el placer se incrementó, aumentando el hambre de su carne. Llegado a ese punto, Belle separó sus labios de los de él, dejando un hilo de saliva tras sus labios. Abrió más el compás de sus piernas, queriendo sentirlo dentro de ella sobre la tela,conforme el movimiento de su cadera se hacía más insistente.

—Oh, Rumple...

Belle gimió su nombre, interrumpiendo el silencio de la oscuridad. Él gimió en respuesta a ella, incitándola a continuar. Las caderas y la espalda de Belle se arquearon al escucharlo. Su entrepierna comenzó a resbalar más fácilmente debido a su humedad. Sus piernas se entumecieron debido al peso que su cuerpo requería en esa posición, pero sin importarle, ella siguió, hasta alcanzar el preciado regalo del éxtasis y su fruto virginal vació su miel.

El sonido tosco de la puerta al abrirse sacó a Belle de su ensoñación. Ésta se reincorporó bruscamente, regresando a la realidad, sola en la habitación y confundida por lo que su mente le mostró momentos atrás. Sintió su entrepierna fuertemente húmeda. Con todo el ajetreo, se olvidó por completo que aún se encontraba bajo los efectos de hechizo, pero al parecer, su cuerpo lo recordaba perfectamente. Se sentó, apoyando su dorso contra el frío muro, utilizando la sábana como única prenda para resguardar el pudor que le quedaba.

Los guardias de la reina entraron sin decir palabra alguna, obligándola a ponerse de pie, con igual o menor delicadeza que Gastón le había tratado.

—¡De pie!

Uno de los guardias le liberó de la cadena que la ataba a la cama y otro le arrebató la sábana, dejando a Belle con sus rasgadas prendas a la vista. Ambos lacayos no contuvieron sus miradas lascivas al notar el pecho casi descubierto de la doncella. Belle se zafó de los brazos de uno de ellos y se tapó el busto. Les dirigió una mirada penetrante.

—Puedo caminar sola, gracias.

Belle dio un paso, poniéndose en marcha con la barbilla en alto. Otro par de guardias esperaban fuera de la habitación. Belle caminó escoltada a lo largo del pasillo y por otros pasajes del castillo. Todo el recinto se encontró en lúgubre silencio, y sólo se escuchó el crujir de la madera de las antorchas que los guardias llevaban en sus manos. Después de un breve momento por la oscuridad los guardias se detuvieron de improviso, haciendo que Belle casi chocara con el guardia que iba delante de ella. Uno de ellos dio tres golpes a lo que parecía una larga puerta de madera. Ésta se abrió. El primer guardia entró, y anunció.

—Lady Belle, princesa de Avonlonea, Su majestad.

Belle sintió estremecer su piel al escuchar su nombre con los títulos que la nobleza aclamaba. Su corazón se encogió y un extraño sentimiento nació. Entonces se dio cuenta, llevaba meses siendo tratada desde simple empleada doméstica a casi una vulgar prostituta al día de hoy. Sus ojos se humedecieron como si escuchara el preámbulo de regreso. Pese a todo, seguía siendo un miembro de la nobleza... aún.

Una lágrima corrió por su mejilla al darse cuenta que eran sus últimos momentos de privilegios. Estaba a punto de despedirse oficialmente de su antigua vida y de cualquier oportunidad de regresar a ella. Con toda la incertidumbre en ese momento, no pertenecía a ningún lado y pronto sería una huérfana de casta y de protección.

Belle entró a la habitación y levantó la vista. El recinto era amplio, con el techo muy alto hasta donde se encontraban las ventanas, por lo que la habitación era sólo iluminada por las antorchas. A lado, se encontraba un pequeño estrado con varias personas ahí, vestidas con ropas ostentosas, y otros solo vestían formalmente. Reconoció varios rostros de la nobleza. Los ojos de los ahí presentes inmediatamente se posaron en ella ¿Quiénes presenciarían el juicio? ¿Su padre? ¿Qué pensaría ahora de ella? La doncella siguió con la mirada el escaso público, pero extrañamente no encontró a su padre. Siguió buscado caras conocidas, pero lo más importante, ¿vendría él?