🎄Capítulo 11🎄

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Axel

Llegamos al establo donde se encuentran la mayoría de los caballos. Todos ellos nos pertenecen a cada uno de los hijos de nuestros padres. Mi padre compro uno cuando Tyler nació y le dijo a mi madre que ese caballo le pertenecía a él, lo mismo sucedió conmigo y con Becca solo que en lugar de ser un caballo a ella fue una yegua, incluso antes de morir ya había hablado con su hombre de confianza para hacer lo mismo con Mara.

Un fin de semana que vine con Dafne se enamoró de la yegua de Becca, lo hablé con mi madre y entre todos compramos un poni para ella y se lo regalamos hace unos meses atrás el día que cumplió tres años.

Desde que se lo regalamos me ha pedido que la traiga todos los fines de semana para enseñarla a montar, ahora dejo de ser una aprendiz para ser una jinete con su poni.

Cuando su poni se cansaba de practicar con ella yo preparaba mi caballo y nos íbamos a todo galope por las hectáreas que le pertenecen a mi familia. A veces había mucho sol, otras veces el aire golpeaba nuestros rostros o incluso una vez nos mojamos con el agua de la lluvia, pero eso no impedía que pasáramos un momento entre padre e hija arriba de ese caballo.

Entramos a las caballerizas y ella corre al lugar de zanahoria.

—Zanahoria nos vamos de paseo —el animal relincha de emoción cuando se acerca mi hija.

Tomo las sillas de montar y pongo la del poni antes de ir a poner la del mío.

—Derín, escoge el caballo que quieras —señala mi hija a la castaña.

—¡Oh! ¡No pequeña! No quiero meterme en sus cosas —responde mientras termino de asegurar la silla en el poni— Además yo puedo esperarlos aquí.

—Papi, dile algo —me habla mi pequeña cuando termino.

—Hija no podemos presionarla si no quiere —me agacho a su altura.

—Pero yo quiero que nos acompañe —refunfuña mi pequeña rubia.

Me giro a la castaña para decirle algo.

—Angelito no es que no quiera, no se montar —responde agachándose detrás de ella.

—Yo no opino igual —murmullo para otro lado.

—¿Qué dijiste papi?

Tengo que aprender a callarme las verdades y más cuando mi hija este presente y no sepa que responderle.

—Porque no vas a ver como esta zanahoria —le pido para poder hablar a solas con la castaña.

Tomo su mano y salimos de las caballerizas. Se suelta como si mi tacto la quemara.

—Es verdad lo que le dijiste o es porque no quieres estar a mi lado.

—De verdad no se montar —responde viendo en dirección a la casona evitando mi mirada.

—Eso no recuerdo yo —se me vuelve a salir el comentario y ella no sabe qué cara poner.

Solo noto como su cara se comienza a poner color carmín.

—Podrías no decir eso cuando tu hija está a unos metros de nosotros y puede estar escuchando lo que decimos —me reclama después de que se recompone.

—Yo recuerdo que eras muy buena montando, ahora me sales con que no sabes montar.

—¡Calla! —tapa mi boca con la palma de su mano.

Lamo su mano y me destapa la boca.

—No hablo en ese sentido, me refiero a que nunca me he subido a un caballo —limpia la palma de su mano con sus vaqueros.

Amor en Navidad (#1 Corazón de Navidad)Where stories live. Discover now