🎄Capítulo 1🎄

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Derín

28 de noviembre

—Derín podrías llevar este pedido a la mesa de la entrada —menciona la mujer mayor dueña del café y mi jefa.

Entrego el último pedido a una pareja de ancianos. Disfrutan de su pedido y media hora después despido a la pareja de ancianos que salen de la pequeña cafetería donde trabajo. Coloco el letrero de cerrado y regreso al mostrador donde se encuentra la señora Matilde dueña de la cafetería en la que trabajo. Siempre después de cerrar el establecimiento de comida me quedo a charlar una hora con ella y juntas esperamos a que su hijo menor pase por ella y regresaría a su casa.

Es una mujer que a pesar de tener una edad avanzada siempre viene a su cafetería para pasar un rato junto a los clientes frecuentes que con el pasar de los años se han convertido en muy buenos amigos para ella. Solo trabajamos dos chicas en esta cafetería, la otra chica lo hace por las mañanas y yo lo hago por las tardes ya que es cuando tenía tiempo de venir, pues mi carrera universitaria demandaba mucho tiempo, pero no quería dejar este trabajo con el que pude subsistir ya un par de años.

La mujer me entrega un batido de moras con una rebanada de pastel de chocolate «su especialidad» y tomamos asiento para comenzar nuestra charla.

Corto un trozo del pastel y ella abre la boca para decirme algo desconcertante:

—Tengo algo muy importante que decirte hija. —bebo del batido—. Cerrare la cafetería.

—¿Por qué tomo esa decisión? —pregunto. Tiene que tener una razón.

—Ya no soy la misma mujer que cuando abrí la cafetería. Tengo nietos e hijos a los que ahora me gustaría disfrutar pasando tiempo con ellos.

—Pero yo podría encargarme de la cafetería —menciono.

—No querida, ya la cafetería no es tan frecuentada como antes, además ya ha sido vendida a la constructora. Ahora dejara de ser la cafetería que fue por más de 25 años para convertirse en esas tiendas departamentales que solo las personas con dinero se pueden costear lo que venden.

—Entonces este es el fin de la cafetería —le pregunto a la mujer y esta asiente.

—Mis hijos quieren que me vaya con ellos a la ciudad donde residen actualmente y creo que será lo mejor. Mañana mi hijo menor y yo volaremos para estar con ellos.

—Eso significa que hoy fue el último día de servicio que proporciono la cafetería —menciono terminando mi rebanada de pastel.

—Exactamente querida —se levanta de la silla y toma algo del mostrador para entregármelo—. Esta es tu paga de la semana y también hay algo dinero extra por todos los años en los que trabajaste conmigo. No es mucho, pero te servirá para que sobre vivas un par de días —menciona entregándome el sobre.

Tomo el sobre amarillo antes de que termine el batido de moras.

—¿Que pasarán con todas las cosas que aún se encuentran aquí? —pregunto por el lugar en el que trabaje años.

—Mis hijos ya se han encargado de eso, pero lo mejor será regalar los postres que están hechos y tú podrías llevarte algunos a casa —responde ella.

Nos levantamos para guardar los pasteles y galletas en cajas. Giro mi rostro al reloj de pared que se encuentra en mi derecha y son casi las nueve de la noche. La puerta trasera del establecimiento es abierta y giro para asegurarme de que se trate del hijo menor de la señora Matilde.

—Donde las van a llevar —pregunta el chico de 19 años.

—Tu madre pidió que las repartiéramos en la calle —respondo guardando las galletas en cajas.

Amor en Navidad (#1 Corazón de Navidad)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora