45 - Al filo del abismo

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Llega a la mansión casi al filo de las nueve de la noche. Dada la hora tan intempestiva y su estado de ánimo, por los suelos, decide entrar por la puerta de servicio y evitar así encontrarse con nadie que le haga preguntas capciosas. Así se dirige a sus aposentos. Para llegar hasta ellos debe atravesar el patio interior. Todo se halla a oscuras esa noche. Los habitantes de la casona ya han cenado, y cada uno de ellos, al parecer ha subido a su recámara. Suspira tranquila por ello. Se nota débil y sin fuerzas. Descubrir el cuerpo sin vida y totalmente destrozado del Gato Negro, expuesto de esa manera tan ruin frente a todo el pueblo, la ha dejado hundida y abatida por completo. Sabiendo lo que ahora sabe, que se trata de su gran amor, de Dídac. Cada vez que cierra los ojos ve su imagen, allí colgado en medio de la plaza. Su maltrecho cuerpo y su cara como una masa informe y sanguinolenta. Apresura sus pasos para llegar cuanto antes a su refugio, a su habitación prestada por Antía. Camina bajo los arcos románicos de medio punto que rodean todo el patio, cuando al otro lado de la corraliza le parece detectar una figura que se mueve entre las sombras. Rápida, se refugia tras una de las columnas para ver como el cardenal Pacheco, ataviado con sus ropas eclesiásticas se introduce en la biblioteca. Tras él aparece Espina que también entra en la estancia.

El corazón le late apresurado. Se trata de una reunión clandestina. Seguramente ambos hombres hablarán sobre el contubernio contra el Rey. Debe escuchar esa conversación. Pese a lo quejumbroso de su estado de ánimo, se llena de energía y camina con prudencia hasta el otro lado del patio atravesándolo por el medio. Es demasiado arriesgado intentar oír algo a través de la puerta. Podría aparecer cualquier criado, o cualquier otro habitante del palacete, o lo que es peor, algún soldado de guardia. Por lo que decide encaminarse hasta el salón principal de la mansión, allí se halla la salida que habían usado el Gato y ella misma para escapar de la cámara secreta. Con cautela y alerta por si llega algún otro huésped inesperado, se introduce en la chimenea y manosea cada piedra hasta que da con la que pone en movimiento el resorte de entrada a la oculta estancia de la sociedad secreta. Se mete por la pequeña abertura y cierra el resquicio tras de sí.

De nuevo se halla en el sombrío y misterioso taller masónico. Presurosa y a tientas se dirige hasta el otro extremo de la estancia, y busca el mecanismo que mueve la estantería en la biblioteca. Aquel fleje, recuerda apenas hacía ruido y de esa forma podrá escuchar la conversación que se desarrolla al otro lado, sin que se den cuenta. Lo consigue, y a través de la minúscula hendidura abierta se apresta a oír el diálogo. Sorprendida distingue la voz de Antía, que orgullosa se dirige al purpurado. -Eminencia, os dije que podíais confiar en mí. Al fin ha llegado el momento, y podremos finiquitar el asunto del Habsburgo. Tan solo había que librarse de un molesto obstáculo, y eso... ya lo hemos logrado. El Gato Negro ha sido finalmente eliminado. Tenemos el camino libre para continuar con nuestros planes. –Paloma percibe una puñalada de dolor en su dañado corazón, al oír esas terribles palabras. Así es que, ella, Antía Cucalón, baronesa de Castro, también forma parte de la confabulación contra el legítimo gobernante de España. Entonces recuerda con tristeza la charla mantenida con Dídac, y como ella había defendido a capa y espada, la inocencia de su amiga frente al héroe. Lo que acaba de escuchar, confirma las sospechas del gerundense de manera indiscutible, convirtiendo a la dama en una traidora a la «Corona Española». Aguza el oído e intenta atender a la plática.

Pacheco se sirve una copa en esos momentos. Mientras que Espina permanece atento a la conversación sin decir nada. Altivo, el prelado habla. -¡Muy bien, baronesa! Me alegro de que la espera, al fin, haya finalizado. Ya se eternizaba demasiado, y nuestros aliados estaban a punto de perder la paciencia. Pero, vayamos al grano y decidme. ¿Sabéis por fin cuándo podremos actuar contra el Rey?

El corazón de Paloma da un vuelco al oír tan tamañas palabras. Antía sonríe alevosa ante la ignorancia del eclesiástico que desconoce por completo, la implicación de su sobrina Olivia Mastrangelo en la trama, y que en definitiva es la verdadera consecuencia que ha propiciado la salida de su majestad Felipe IV, de su guarida en palacio. Por supuesto que lo sabe. Esa misma mañana, la romana le había informado de su inminente encuentro con el Soberano, y ella, muy hábil se había ofrecido para facilitarle la entrevista asegurándole que podría salir de su casa, sin que su severo tutor se enterase de tan secreta cita, ofreciéndole también un carruaje camuflado y unos hombres que la acompañarían al encuentro. Así se aseguraba el saber con toda certeza, el lugar exacto de la cita.

El Gato Negro (The Black Cat) [Adam Driver]Where stories live. Discover now