37 - Una petición imposible de cumplir

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Confuso se gira para preguntarle. -¿De qué se trata?

-He de pediros que hagáis algo por mí. Tenéis que matar a alguien.

Aquel encargo le sorprende. No espera algo así de los labios de su amada y pregunta alarmado. -¿Matar a alguien? Pero... ¿Quién...? ¿Por qué...?

-Quiero que matéis al comisario Espina. Vos sabéis que él asesinó a mis amigos. A la querida y dulce madre de Luz y a su honrado y buen padre, y debe morir por ello. –El campeón traga saliva. La voz de la andaluza suena rotunda y llena de odio. El corazón del héroe se acelera ante la solicitud. Paloma. Su Paloma. Aquella frágil y delicada mujer que él ama, le está pidiendo que asesine al comisario, y que con ello vengue las muertes de su cuñado y su hermana gemela. -« ¿Cómo se ha enterado? ¿Quién se lo habrá contado?». Está perplejo. No puede hacer lo que le demanda. No puede matar al terrible homicida. No; todavía. Aunque el deber y todos sus sentimientos se lo pidan a gritos. Se halla atado de pies y manos. Ella inquiere ansiosa.

-¿Lo haréis? ¿Lo mataréis? Sé que es mucho lo que os estoy pidiendo, y no tengo dinero para pagaros por ello. Pero si esperáis unas semanas... cuando esté casada con el marqués de Santa Gala dispondré de escudos suficientes para recompensaros.

Anonadado, apenas la escucha. Está tremendamente turbado. Pero aun así entiende lo que la muchacha le dice. Al oír sus últimas frases le responde ofendido y sus palabras suenan como piedras al chocar unas con otras.

-Señora, no soy ningún asesino a sueldo. ¿Es qué no me conocéis lo suficiente todavía? Lo que hago, lo hago por justicia; no por dinero. –y añade inquisitivo. -Pero... ¿Cómo lo habéis sabido? ¿Quién os lo ha dicho?

Algo abochornada contesta. -Esta mañana estuvo aquí mi ahijada, Luz. Ella me lo dijo. Y... perdonadme. No quise ofenderos. –Había sido su propia sobrina. La niña se había adelantado contándoselo todo a su madrina. -« ¿Cómo puede ser tan estúpido?». Está tan ocupado en busca de pistas sobre el complot contra la Corona, que ha descuidado por completo sus propios problemas personales. Irreflexivo le responde alzando la voz más de lo debido.

-¡Ah! Fue vuestra ahijada. Hablé con ella hace unas semanas y le aconsejé no actuar por impulso. Y a vos, señora, os digo lo mismo. Matar a ese hombre de la manera en que queréis hacerlo, es poneros a su altura. Seríais igual de asesina que él. Lo mejor es buscar pruebas que lo incriminen y presentarlas ante la justicia. Así...

La andaluza no escucha sus palabras y tampoco entiende su enfado, pero en ese instante siente como toda su sangre se levanta en pie. No le permite seguir con su discurso y le increpa. -Todo el mundo sabía la identidad de ese criminal. ¡Hasta un desconocido como vos! Pero... ¿Es qué siempre tengo que ser la última en enterarme de todo? ¡También era mi familia! ¡Por el amor de Dios! Me críe con los padres de Almudena y Dídac. Eran mi familia, y ese... ese... ¡patán! –Al fin, explota. -No ha tenido el valor, ni la dignidad de contármelo. –Presa de la rabia, las lágrimas comienzan a resbalar por sus mejillas con voz entrecortada agrega. -Hace semanas que lo sabe... y... no me ha dicho nada. Tiene tanto dolor y tanta rabia acumuladas que ya no aguanta más. Entre sollozos se acerca hasta la cama y se deja caer sobre ella sin fuerzas para seguir replicando al héroe.

Pesaroso, la observa. No puede verla así de destrozada y hundida. Siente como su propio corazón se desgarra por dentro y trata de buscar palabras que la consuelen tan solo porque el dolor de la muchacha es una prolongación del suyo propio. Le habla, y su voz suena grave y a la vez dulce como la pura miel de abejas. -Señora, estoy seguro de que Blanxart iba a decíroslo. Es solo que no encontró la ocasión, y vuestra ahijada se le adelantó. ¡Eso es todo! Paloma no le contesta, el llanto se recrudece. Lo intuye en la oscuridad, pues ve como sus hombros se convulsionan. Sin pensarlo se acerca a ella, se arrodilla a sus pies y toma sus delicadas manos entre las suyas para seguir hablándole. -Señora, no lloréis. No puedo veros así. Ella trata de recuperarse y exclama llena de ira.

El Gato Negro (The Black Cat) [Adam Driver]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora