16 Como la infanta de un cuadro de Velázquez

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La guapa Paloma Obando ha tenido que pasar su primera noche lejos de la casa Ventura, y ha pernoctado en uno de los dormitorios reservados a la servidumbre debido al alboroto ocasionado por la llegada del cardenal y toda su comparsa de criados, ayudantes y escolta. El servicio de la vetusta casona de Castro ha andado tan apurado que no han podido adecentarle la alcoba que la baronesa tenía en mente para ella. La dama le prometió que el problemilla estaría solventado al día siguiente. A la rubia no le importa demasiado ese insignificante detalle. Está acostumbrada a yacer en peores plazas, y además su estado de ánimo está por los suelos tras la nefasta despedida que ha tenido que soportar. El llanto y el desconsuelo de su querida ahijada le han partido en dos el alma, y el desprecio vivido de manos de Blanxart ha sido demoledor para sus ya más que quebrantados sentimientos.

Ha transcurrido la noche casi en vigilia considerando los inconvenientes y las ventajas de su mudanza. Conoce de sobra el carácter veleidoso de Antía y en algún momento de la larga madrugada ha llegado a arrepentirse de su decisión. La aurora la sorprende dándole vueltas al tema una vez más.

Se levanta temprano, cómo hace desde muy cría. Esa noche ha sido calurosa y se descubre a sí misma envuelta en una capa de sudor y con las sábanas rebujadas alrededor del cuerpo, por las múltiples vueltas dadas a lo largo de la noche. Se desprende de su camisón y desnuda, camina los insignificantes pasos que la separan del palanganero compuesto por una jofaina y un jarro de porcelana. Toma el aguamanil y derrama una buena cantidad de agua sobre la palangana para asearse escrupulosamente y refrescar su sudoso cuerpo con ella.

Pocos minutos más tarde, cuando ya se ha vestido y hecho la cama llega hasta el cuarto, Alma. La enérgica gobernanta entra como una chiribita y exclama jocosa y también pícara. -¡Paloma, Buenos días! ¿Qué tal has descansado en este lupanar? Veo que no has perdido la sana costumbre de madrugar. En cambio, la baronesa sigue amodorrada en su cama. La briosa mujer que ya ha rebasado la cuarentena observa con detenimiento el rostro de su joven amiga. Paloma intenta disimular su tristeza a duras penas. El ama de llaves del palacete de Castro no es ajena a los problemas de la muchacha, sabe que todos sus males tienen un solo nombre. Dídac Blanxart. La toma por los hombros y empujándola con suavidad hacía el exterior de la habitación le pregunta. -¿Qué es lo que te sucede, alma cándida? Vamos a la cocina y mientras desayunamos me lo cuentas. Suspira al ver cómo a los ojos de la sevillana comienzan a asomar las lágrimas.

Una vez en la cocina frente a buen tazón de leche, Paloma se desahoga con su amiga haciéndola partícipe de todos los pormenores de su partida del hogar de los Ventura. No puede evitar alguna fugaz lágrima. Alma escucha con paciencia todo lo que la chica le dice y confirma lo que ya sospechaba. Desde la muerte de Almudena, la diligente ama de llaves se ha convertido en su mejor amiga y también en su paño de lágrimas y su especial consejera. Cuándo termina su alocución, la gobernanta le aconseja. -Paloma, a Luz se le acabará pasando el disgusto. De seguro, con el tiempo lo entenderá todo. Es tan solo una niña. En cuanto a su tío... ¡Es un absoluto cabezota! Su comportamiento para contigo no tiene nombre. Es como el perro del hortelano. «Que ni come, ni deja comer». En fin, no le des más vueltas. Para ti comienza una nueva vida. El marqués está enamorado de ti. No hay más que verle, que cada vez que te mira se le cae la baba. –La mujer ríe sonoramente- Olvida de una vez a ese hombre. Sigue atormentado por la muerte de Almudena y Manuel. Además de todo lo que sea que haya vivido en el extranjero. ¡Qué debe ser mucho! Sus heridas todavía no han cicatrizado lo suficiente. Tal vez, algún día lo hagan y para entonces; será demasiado tarde. Tú eres joven y tan bonita... No te mereces sufrir más. Aprovecha la oportunidad que la vida te brinda y sé feliz. Estoy segura de que Salcedo es el tipo de hombre que te llenara de satisfacciones plenamente. –Le guiña un ojo y le da un ligero codazo en el antebrazo- -¡En todos los sentidos! Tú ya me entiendes. Paloma sonríe sonrojada ante el comentario de su buena amiga.

El Gato Negro (The Black Cat) [Adam Driver]Место, где живут истории. Откройте их для себя