El silencio de la música

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Lash

Y al despegar sentí un universo perfecto, un calambre en el pecho. Les veo brillar y aquí desde arriba parece todo tan pequeño.
Miss Caffeina

Miss Caffeina

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Silencio. Solo silencio. No ensordecedor ni estridente. Solo silencio.
Pero el silencio de la música puede ser la parte más estridente de las melodías del alma (todavía más cuando se canta a capella); porque no es cuando el alma habla sino cuando calla que dice las verdades más pertinentes, que hace las declaraciones más honestas, (exceptuando por supuesto el alma de los políticos, ese es un tema sobre el que prefiero callar) y recuerden que no siempre el que calla otorga.
Existe esa ocasión, sin embargo, en que hablar es tan necesario como escuchar, o mejor dicho menos necesario. Escuchar siempre es más útil. Por desgracia hay quienes tenemos la disposición pero no tenemos la oportunidad, y hay quienes tienen la oportunidad pero no le agregan la disposición.
Dime tú, ¿quién tiene la culpa? Si una vez me dijeron que el mundo no es más que un hospital de sordos que se mienten a gritos, entonces para qué escuchar necedades que lastimen los oídos. Prefiero hacer de mi burbuja en mute una canción que guarde mis acordes favoritos.
Si supiera cuál es la receta para hacer la maleta y largarme de una vez a otro planeta créeme que no lo dudaría ni por un segundo ¡Rayos! Quién diría que años atrás tocaba el cielo con el roce de los labios de una boca que jugaba al contratista.
Prefiero mantenerme en este quinto piso aislado de todo mal, blindado de una realidad omnipresente y creer que no puede tocarme con su índice gris. Obviar que la vida está de luto y la muerte no es más que un estrago de la soledad de la vida que nadie sabe adónde va. Decirle a el del espejo que quien dijo ayer dice hoy, que hoy estoy tocando fondo, pero el presente es una absurda costumbre de los idealistas y eso no es más que un destello fugaz que algún día se cansará de vivir en esta órbita; y que mañana me levantaré con más ganas para decir "Adiós melancolía" y dejar en su frente de cabrona un beso de despedida, esta vez para siempre; que soy más que una canción con coro.
Que despertaré con más energía dispuesto a obviar el silencio de las voces en mi cabeza, dispuesto a ir a la Luna en bicicleta, dar la vuelta en la rotonda y que la próxima parada sea la felicidad, que aunque ha sido siempre mi asignatura pendiente, ya no más.
Que por primera vez voy a sacrificar mi miedo a arriesgarme y aunque la equitación no es lo mío voy a cabalgar en una nube de luz hasta que no quede galaxia ni paseo espacial por conquistar.
Que no voy a renunciar ante la posibilidad inevitable del fracaso, que aterrizar siempre es un riesgo que hay que correr antes de emprender el vuelo. Dime que no cuantas veces quieras pero yo sé que puedo, que el problema sí es problema, pero que mi perseverancia lo reta a un duelo y te juro que no va a escapar.
Que voy a hacer oídos sordos a quienes intentan confundir mis intenciones de crecer, asegurando que mi limitación es una barrera imposible de cruzar, pero lo poco que queda de mí, de lo que un día fui se va a reconstruir y lo va a volver a intentar, porque realmente no estoy tan solo: aun no me han abandonado mis ganas de luchar.
Que sé perfectamente qué voy a hacer conmigo: decirme a mí mismo que lo voy a lograr hasta quedarme afónico de tanto gritar internamente. No es el momento para la autocompasión ni para sufrir el tormento de quien siempre supo quién era y dos silencios atrás lo olvidó.
Que el que olvida no todo el tiempo es el que gana; que ganaré esta batalla porque mis sueños están hechos a la medida de mis capacidades para perseguirlos; que ya pueden esconderse, correr y fugarse, que no pararé hasta encontrarles.
No preguntes como estoy, no querrás escuchar la respuesta, pero has de saber que me siento como lo mejor de lo peor que haya podido resultar de la colisión insonora de una estrella polar, como el experimento evolutivo más eficiente del cuásar.
Y justo cuando estaba preparado para tu recibimiento, justo cuando ya creía que no existían indicios de tu inminente llegada, justo cuando solo quería un café e iba yo de tonto por desesperado, confundiendo amor con compañía, llegaste tú, con tu respectivo brillo de estrella fugaz, tarde como siempre. Cuando pensé que el amor era para mí como la felicidad: un planeta gigante que era toda una utopía a alcanzar me enamoré de ti, me enamoré de la mujer que no soñé jamás.
Gracias, por hacerme entender las comedias silentes de Chaplin aunque siguen sin darme ni puñetera gracia, y gracias por hacerme entender por fin que el estridente sonido del mundo exterior en verdad está de más porque, el amor no es ciego como todos dicen, el amor es sordo y que siempre viene bien un poco de silencio.
No ensordecedor ni estridente. Solo silencio.

Lo que separa a la Tierra del espacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora