El astronauta ebrio

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Domingo

Con los ojos que me miras traes una promesa: yo me las sé todas y la tuya me interesa. Al sitio que me llevas no tiene colores. El futuro ya está negro y en lo oscuro no hay dolores.
Miss Caffeina

Soy un ser un poco ateo, que carece fundamentalmente de dos cosas: discernimiento y deidades

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Soy un ser un poco ateo, que carece fundamentalmente de dos cosas: discernimiento y deidades. Vivo en un planeta de cristal construido en medio de la nada, aislado de los demás, con paredes hechas de River Antonie Royal Grenadian y Emperador.
Un astronauta embriagado a causa del exceso de realidad en la atmósfera y la falta de Jack Daniels en el espacio.
Lo que separa a la Tierra del espacio es la necesidad de esos satélites mágicos en los que te cuelas e busca de compañía y de olvidar tus problemas ¿cómo era que lo llamaban los terrícolas? Ah sí, bares. Esos sitios donde todo es más fácil, donde un trago de Bacardi sabe a aroma de Saturno y donde un Sexo en la playa te resulta más erótico aun de lo que su nombre indica.
Ahora ya no voy a esos portales astrales donde suenan los discos (de asteroides) de una buena banda de rock de los '70 y donde la frase más recurrente es "dos chupitos, por favor", y luego sin el "por favor" después de los dos chupitos.
En un intento de reivindicarme, ahora he cambiado la actividad de los domingos en la mañana a un extraño multiverso repleto de astronautas equívocos, justo como yo, que repiten la oración:
<<Dios, dame la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el coraje para cambiar las cosas que puedo, y la sabiduría para saber diferenciarlas.>>
Sin embargo al final de la jornada, cuando ya acaba el discurso ese de: "Me llamo Domingo y llevo dos días sobrio" con el paladar seco, y los astros escondidos, la necesidad del Son vuelven y lo peor es que tengo un satélite mágico justo al doblar la esquina de mi casa. La sensación de entrar y sentirme bienvenido aun sin haber sido invitado es ese feeling acogedor que no me es para nada familiar.
-Dos tequilas, por favor.
Y me sé de memoria el procedimiento: sal, tequila y limón.
Apuro los tragos, apurado. Saboreo el primer sorbo, que es el más necesario, los demás son por puro placer; pero ya se sabe que las cosas que se hacen por necesidad saben mejor porque son una forma de satisfacer el vicio.
Y las últimas gotas de ese néctar de los...(no puedo decir dioses, ya les he dicho que soy un poco ateo) en fin, de ese dulce néctar me moja los labios ¡Esta maldita costumbre de ver siempre el vaso medio lleno ha apartado a todos los que quiero lejos de mí! Pero no puedo dejarlo. Es duro de admitir pero no lo logro. Es más fuerte que yo.

Lo que separa a la Tierra del espacioWhere stories live. Discover now