El universo estaba en su boca

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La historia de Butterfly

Al mirarnos de frente venimos del mismo lugar de un año de mierda de rabia sexual, de dormir con desconocidos para evitar algunas preguntas que no sé contestar.
Miss Caffeina

Mariposa traicionera, después de todo, todo se lo lleva el viento

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Mariposa traicionera, después de todo, todo se lo lleva el viento.

Tantos bailes con escasa ropa, tantas noches en moteles de mala vida pasada de copas, tantos orgasmos fingidos, tantos falsos latidos. Nada valió nunca la felicidad. Tantas lunas de hacer maravillas con la boca y la fortuna nunca le toca hacer una ronda nocturna por aquí.

El universo estaba en su boca, como chupaba, como lamía, cómo se autoproclamaba reina de todo, de la nada en aquella habitación. Sin previo aviso, el universo estaba en su boca que no pedía permiso para succionar, seducir y aprovechar cada instante para hacerte dudar de tu propia existencia. El universo estaba en su boca, que vendía travesuras y noches locas por unos cuantos pesos la hora, que subastaba besos alienígenas y seguía como si nada su camino.

El universo estaba en su boca que vino para revolucionar cada partícula, para desafiar lo prohibido, para desmentir que el cielo es el límite porque el límite no es más que una simple hipótesis y el cielo es una hipótesis que está muy lejos de ser simple.

El universo estaba en su boca que daba indicios de rebeldía, que hablaba, que escupía, que danzaba sobre otras bocas con total libertad porque le importaba un comino tener que pagar multas por exceso de velocidad. El universo estaba en su boca que subía, que bajaba y que volvía a empezar, que retomaba el recorrido anterior, que invitaba a pecar.

El universo estaba en su boca caliente, cadente…intrascendente, aunque algunos tacharan de indecente lo que hacía esa boca, sin ninguna otra teoría que la de juzgar de inmoral lo que no comprendía.

El universo estaba en su boca que alquilaba la alegría, que hacía ver las estrellas sin tener ni idea de cosmología. El universo estaba en su boca que hacía maravillas sin tener en cuenta diámetro, densidad y espesor.

El universo estaba en su boca que rentaba asientos en primera fila para ver fuegos artificiales de trayectoria desconocida.

El universo estaba en su boca que no se escondía detrás de eufemismos y palabrerías, que le daba lo mismo ser toda una dama que soltar groserías porque la cortesía era ya un ente obsoleto en sus labores de cada día.

El universo estaba en su boca que era una ventana al olvido, que era refugio de poetas, locos y bandidos, que instaba a bañar en su humedad los descuidos de la monotonía con un par de roces furtivos.

El universo estaba en su boca que además de vender excesos sabía dialogar en versos y a besos te convencía. El universo estaba en su boca, que ––para entrar en materia–– era una pistola de feria lanzando dardos de veracidad. El universo estaba en su boca, que era una superficie minada en términos de argumentación.

El universo estaba en su boca que no medía la gravedad de sus disparos cuando estaba bajo presión, que era a gran escala una implosión de relatividad. El universo estaba en su boca, que no prevía el final de lo inalcanzable.

El problema estaba en su boca, que era una especie de cañón sin sensores de movimiento, que te dejaba sin aliento, te mataba y te revivía. El problema estaba en su boca que era un problema si se iba y era un problema si (se) venía.

Mariposa traicionera, después de todo, todo se lo lleva tu boca.

Lo que separa a la Tierra del espacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora