Sombra y el pasado

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La herida de Sombra

No hay un lugar donde estemos a salvo.
Miss Caffeina

Carta de una astronauta frágil a un astronauta enfermo:Soy Sombra, en eso me has convertido

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Carta de una astronauta frágil a un astronauta enfermo:
Soy Sombra, en eso me has convertido. Soy esa joven astronauta que en lugar de ocupar su mente con 50 sombras más oscuras y 50 sombras liberadas, busca desesperadamente la luz para soportar tu castigo.
Soy un fantasma, una aparición, un alma en pena. Pero al menos te tengo a ti.
Sé que crees que soy una malagradecida, que solo te busco cuando necesito algo de ti, cuando el oxígeno dentro de mi burbuja de aire es insuficiente pero te equivocas. Te busco porque se supone según las leyes naturales que en ti debería encontrar ese calor de hogar que muchas veces me falta.
Pensándolo bien, en mi multiverso de tristezas, creo que sí he venido a pedirte. Vine a pedirte por mí.
Te pido que recuerdes los juegos a las escondidas en aquel microcosmos alejado del mundo; tus persecuciones y mis carcajadas. Te pido, y en realidad, no te pido nada, porque me lo debes. Me debes demasiadas noches que pasé en vela a causa de tu (falta de) tacto.
Recuerdo tus manos en mí, haciendo un recorrido suave, inocente, su roce aniñado, sus cosquillas, su manera de erizarme la piel, de eclipsar mis temores. Sin embargo tu tacto se ha vuelto vicioso, violento y repudiable. No hay manera de retroceder en el tiempo y sin embargo…
Te pido. Te pido otra vez que resucites al hombre que fuiste y que no sé en qué momento murió. Devuelve al hombre ejemplar que me llevaba de la mano a pasear al parque, a deslizarme por la canal, aquel que me dio un cometa en mi cumpleaños y me regaló un carnet de conducir con derecho a vía libre en el cielo para dejar que viajara a su antojo.
Te pido que traigas de vuelta a la persona que me enseñó que tengo el poder de saltar la comba sin despegar los pies del piso, y la oportunidad de soñar con los ojos abiertos solo imaginando hasta dónde mi imaginación podría hacerme llegar.
Te pido que seas de nuevo el hombre que me inculcó diez maneras diferentes de volar sin necesidad de salir de mi esfera de 4x4 m3 y vuelve a ser aquel tipo al que la simetría le importaba un carajo porque no seguía las instrucciones sino que eran las instrucciones las que lo seguían a él.
Te pido que una vez más me permitas permanecer en la azotea hasta altas horas de la madrugada para esperar a ver con tu telescopio espacial la salida de la Osa Mayor y de las otras constelaciones de las que nunca me aprendí el nombre.
Te pido que me regreses a como era antes de conocerte de verdad.
Regresa la niña feliz que creía que después del infinito no había nada más, que pensaba como una ilusa que con sus pequeñas manos podía abarcar todo el espacio que había entre tus dos mitades.
Sé que aún queda en mí el destello de inocencia que una vez existió. Te pido que me regreses a como era, que devuelvas mis ganas de vivir, mi sonrisa sincera…
Pero sobre todas las cosas te pido, por favor, papá, no te cueles más bajo mis sábanas.

Lo que separa a la Tierra del espacioWhere stories live. Discover now