Beso sabor a tequila [1]

Capítulo 20: Midnight Rain

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holi digan holi

nada, finjamos que no ha pasado un tiempo

empecé mi práctica profesional, se vienen cositas (suicidio)

ya fue, disfruten, me ayudan comentando porfis

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CAPÍTULO 20: MIDNIGHT RAIN

DANIELA WEMBLEY

Aunque no lo parezca, soy de leer algo de romance. No siempre, pero a veces lo hago, principalmente cuando tengo la necesidad de llenar mi vida con todo eso que me falta. Una pareja, una relación linda y sentimientos correspondidos.

También podría culpar a mi hermano, este siempre me regalaba libros, por eso también entré al mundo de la fantasía romántica desde los catorce y es muy probable que tenga más de cien libros en mi habitación.

Bien, puede que sí sea una obsesionada leyendo libros de romance y que no sea algo de un día, pero nadie puede juzgarme por querer leer lo que jamás tendré.

El punto es que, la literatura es una mierda fascinante, nadie se creería todo lo que puedes aprender en unos simples párrafos.

Incluso en los libros que me obligaron a leer en la clase de Literatura ─no eran mis favoritos, voy a admitirlo porque se tiene demasiado sobrevalorados los libros clásicos cuando la mayoría, por no decir todos, son una bola de enfermos mentales realizando acciones moralmente incorrectas─. Pero en sus excepciones, siempre encontré algo interesante sobre lo cual pensar.

Gustavo Adolfo Bécquer, fue escritor, poeta y novelista de romanticismo español y hoy en día, es considerado uno de las figuras más importantes y destacadas en cuanto a literatura española.

Y una vez escribió: ''Paseando por entre la indiferente multitud esta silenciosa tempestad de mi cabeza''

Lo leí hace un tiempo, pero esa frase no deja de rondar por mi mente desde que Noah, hoy en la mañana, dijo que yo necesitaba ayuda y que no debía darme pena ni miedo pedirla.

La tempestad en tu cabeza va a destruirte, Daniela.

¿Pero qué pasa si eso es lo único que me mantiene cuerda? Estoy tan acostumbrada a los desequilibrios en mi vida que es extraño cuando los mismos no están presentes.

No quiero creer que he encontrado un confort en lo que me hace mal, pero cuando estoy ahí, duele demasiado pensar en cómo superar las precipitaciones violentas porque siento que soy demasiado débil para lograrlo.

Nunca fui la mejor guerrera, pero vivo en una constante línea de fuego donde las bombas amenazan con hacerme rendir.

A veces deseo hacerlo.

A veces creo que lo haré.

Paso una mano por mi cabello aun húmedo mientras subo por las escaleras del segundo piso, hasta que llego al pasillo donde se encuentra mi clase de lineal. Ignoro a todo el mundo e intento pasar desapercibida con mi gran sudadera y durante la clase, solo me encargo de hacer los ejercicios para poder largarme lo más rápido posible.

Mi cabeza sigue doliendo y el dolor de estómago es insoportable, pero me molestan más las ganas de vomitar. Puede que ayer también consumiera alcohol.