donde Louis, un detective del departamento de policía toma una llamada de ayuda, proveniente del centro de Londres. Al llegar, solo puede encontrar a un chico rizado atado a una silla, inconsciente y no estaba seguro de si estaba herido, así que, de...
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Todo estaba oscuro, Harry escuchaba una voz leve diciéndole que despertara. Lo último que recordaba era a Louis tomándolo en sus brazos. Él quiso alejarse del ojiazul, pero, el dolor era tan fuerte que...
El rizado abrió los ojos de golpe, encontrándose en la cama de un cuarto. Se parecía a la habitación en donde había estado en el departamento de policía, cuando apenas lo encontraron. En el mismo instante que se levantó de la cama, la puerta se abrió automáticamente.
-¿L-liam?- preguntó incrédulo el rizado. El castaño estaba tal y como Harry lo recordaba ese día...
-Hola Harry.- Liam esbozó una sonrisa. El rizado estaba impactado.
-Espera...estoy soñando ¿cierto?- Liam negó con la cabeza mientras reía.
-No exactamente. Esta - abrió los brazos, señalando alrededor.- es tu mente.- la boca de Harry se abrió en una "o". Podía ver todo a su alrededor con tal claridad...que no podía ser un sueño. Pero Liam estaba ahí, así que, tampoco podía ser real.
-¿Qué hacemos aquí?..¡Oh espera! - hizo una pausa, pensando.- Estoy muriendo, ¿cierto? ¿Me guiarás hacia la luz?- Liam se carcajeó fuerte.
-No, Harry. No estás muriendo. Sin embargo, tu vida está completamente en tus manos.- de un momento al otro, la habitación se llenó de cuadros y cosas que Harry ya conocía o había visto alguna vez, como el cuadro de la familia Tomlinson, sus cajas de té, algunas camisetas de Louis...
Pero, todo esto comenzó a moverse. A temblar por un ruido muy fuerte. Algo así como golpes de metal, que sonaban cada ciertos segundos.
-¿Qué está pasando, Liam?- preguntó el rizado, cubriendo sus oídos para protegerlos del ruido.
- Alguien está atacándote.- respondió simple y Harry frunció el ceño.
-¿Atacandome? ¿Quien?- de repente, una pantalla cubierta de sábanas blancas se hizo presente frente al rizado. La pantalla era del tamaño de un televisor de cincuenta pulgadas y, aunque estaba cubierta, Harry podía distinguir luces rojas en esta.
Retiró las mantas de un saque, y reveló la imagen de Harry. Era él mismo. Una copia. Estaba sentado en una silla, esperándolo en una especie de sala, parecida al centro de operaciones del equipo.
-Él.- respondió Liam.
Este Harry era muy diferente a él. Su mirada era dura y penetrante, su cabello estaba corto y lacio. No parecía el tipo de persona que alguien quisiera encontrarse en la calle.
