donde Louis, un detective del departamento de policía toma una llamada de ayuda, proveniente del centro de Londres. Al llegar, solo puede encontrar a un chico rizado atado a una silla, inconsciente y no estaba seguro de si estaba herido, así que, de...
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Harry se despertó porque ya no soportaba el hambre. Hizo el recorrido de su habitación hasta la de Louis y luego a la cocina, pero, no había rastros del ojiazul.
Estaba a la mitad de terminar su tostada con el huevo revuelto que se había preparado, cuando varios golpes sonaron desde la puerta.
Louis no podía ser, el tenía llave. Lo primero que se le vino a la cabeza es que la misma persona que le disparó al soldado que lo conocía, venía a hacerle daño ahora que estaba solo e indefenso.
Se levantó de su silla y su primer instinto fue llamar a Louis o algún miembro del equipo para pedir ayuda, pero, no había ningún teléfono cerca.
En medio de la desesperación, corrió al baño luego de escuchar los toques en la puerta una vez más.
Abrió y cerró la puerta una vez que estaba dentro. Se permitió respirar y tranquilizarse con la cabeza apoyada contra la puerta, mientras la sostenía, y los ojos cerrados muy fuerte.
Cuando logró tranquilizarse, abrió sus ojos y se encontró algo inesperado.
Louis estaba terminado de secarse el cabello con la toalla, desnudo, recién bañado.
Harry se estremeció y cerró los ojos cuando sintió una punzada en su abdomen.
— ¡Oh por dios! — exclamó el rizado cubriendo sus ojos con sus manos. El ojiazul sacó la toalla de su cabeza al escuchar al rizado, y cubrió de su cintura para abajo. — Lo siento, lo siento...— se disculpaba Harry avanzando sin saber porque ni hacia donde iba.
— ¡Harry, sal del baño! — exclamó el ojiazul, anudando la toalla.
— Si si, lo siento mucho, yo no quería...— decía el rizado aún con la mano sobre sus ojos, pero, no se movió más cuando llegó a la puerta.
— ¡Que salgas! — exclamó Louis nervioso, pero, Harry ni se inmutó.
— ¿Puedo abrir los ojos? — preguntó.
— Yo, erhm...¿si? — asintió el ojiazul, pasando saliva. Harry se quitó la mano de sus ojos y cuando vió que Louis estaba - medianamente - tapado, se acercó a él.
El rizado puso su mano derecha en el pliegue entre el hombro y el cuello del ojiazul, haciéndolo estremecerse, a tal punto que casi cierra los ojos ante el tacto.
Casi.
— Hay alguien en la puerta. — murmuró Harry con los ojos muy abiertos, sacando a Louis de su pequeña nube.
— ¿Que? —
—Alguien ha estado tocando la puerta hace rato. —explicó.
