'Hoy terminaras con tu enemigo. Así que matame' eso fue lo que dijó. Me sentí inseguro de levantar mi espada, aún así lo hice, y con todas mis fuerzas, la clave justo en el pecho de ese niño, fue algo tan fácil que me dejó aún más intranquilo.

Debido al movimiento repentino, el pájaro de plumas multicolores salió volando, quedando cerca de una rama.

El niño volvió a reír, la sangre se esparció y solo pude pensar en la imposibilidad que tenía el que siguiera vivo después de ese ataque letal.

Sus labios se movieron y me agradeció.

Algo que no me gustó, ahora que me fijaba, sus ojos se veían apagados, como si estuviera bajo algún tipo de hechizo, luego de eso cerró los ojos y dejó de respirar.|

- Si todo acaba aquí, ¿porque hay más pergaminos?

- Lo sabrás la próxima semana.

La respuesta del emperador causó que le mirara de mala gana, no era un comentario divertido y aunque él no lo había dicho para reírse a costa de ella, al ver la inconformidad en esa carita estiró los labios a los lados.

Fiama negó con la cabeza. Casi no podía creer que se estuviese burlando de ella.

Bebió un poco del té, este en especial le había afectado un poco, tal vez al imaginar todas las pérdidas y el hecho de que muchos hubiesen hecho más daño del necesario escudándose tras las órdenes del emperador.

"Es como si los violadores no fuesen a desaparecer nunca..." 

Las mujeres de aquellos tiempos, la madre de Luah, la propia Fiama del libro... a todas ellas se les arrebató algo con esa acción tan horrenda. Solo de imaginarlo su piel se erizaba. Esos hombres parecían no faltar donde quiera que estuviera, no importa que tan avanzado sea el mundo, ellos siguen existiendo.

Sacudió la cabeza, aunque quería seguir pensando en el tema, habían cosas que hacer y si no era lo suficientemente fuerte, no lograría nada de lo que estaba planeando.

- Es hora de irme, tengo que entrenar.

Los ojos de Kay se centraron en ella; su uso sobre su magia se había hecho muy bueno, le parecía que la enorme energía que solía salir de ella, ahora era capaz de ocultarla. Al parecer el forastero era un mejor maestro de lo que había creído.

- No olvides llevar a tus caballeros contigo.

No tardó en recordarle esto, pues detrás de ella siempre habían problemas, no importaba del tipo que fuera, siempre había algo buscando atacarla.

Fiama no había estado entrenando desde que la hirieron en la habitación de Liza, se había concentrado en recuperarse y luego de eso pasaron tantas cosas que lo había dejado muy de lado. Si no volvía a ejercitar su cuerpo le sería difícil controlar su magia después.

Desde aquella vez en que los muñecos fueron imbuidos en magia negra, Kay ya no permitió hacer su entrenamiento en solitario. Ahora que retomaría sus clases, debía mantenerla bien protegida. Si llegaba a necesitar ayuda, estaría rodeada de todos los caballeros. De ahora en adelante tendría su entrenamiento junto a todos los hombres y mujeres más fuertes del imperio.

- Si necesitas algo, avísame.

La pequeña le agradeció y esperó a que se fuera junto con el pergamino para cambiarse de ropa e ir al lugar designado para entrenar.

Tan pronto estuvo en un traje mucho más cómodo y Camille terminó de recoger su cabello para una mejor movilidad, fue escoltada junto a sus caballeros para iniciar.

El destino de una princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora