Epílogo.

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Daniel.

Años después...

En sumo silencio observaba a mi familia, recién llegaba de resolver algunas cuestiones en Sicilia, que me mantuvo fuera de casa dos días. Extrañaba a mis hijos y a mi bella esposa. A veces se me hace difícil dejarlos unos días, pero también las obligaciones de la mafia necesitan mi presencia, Rachel es muy comprensiva, además me apoya en todo, es la mejor esposa de este mundo.
Una sonrisa se formó en mi rostro recordando que se cumplían diez años de ese día en que nos conocimos en Las Vegas, el Daniel que llegó a esa ciudad no se parece en nada al que soy ahora, desde esa noche quedé deslumbrado con esos ojos color verde, mis hijos habían heredero el mismo color en los suyos.

Mis malas decisiones me llevaron a unirme a ella, mi esposa. No puedo arrepiento de nada, porque después de todo Rachel es la luz de mi vida, ella me enseñó muchas cosas, además que me dió esa hermosa dicha de ser padre de próximamente cuatro hijos. El primero en nuestra vida fué Enzo, que estaba a próximo de cumplir seis años, luego le seguían los gemelos Leone y Luciano de tres años, por último dentro del vientre de mi esposa se estaba gestando nuestra princesa, Fiorella, la pequeña Salvatore llegaría en menos de tres meses a nuestra vida.

Brandon dice que no habíamos perdido el tiempo, pero en nuestra cabeza y proyectos siempre imaginamos cinco hijos, tenemos cuatro, tal vez sea momento de parar, pero eso dejaremos que el tiempo nos sorprenda.

— ¡Papi! — gritan los gemelos al verme salir al gran patio.

Ellos corren a mis brazos mientras observo como Enzo ayuda a su madre a levantarse del suelo. Mi primogénito tiene todo, saco un poco mi personalidad mezclada con la de Rachel, eso lo hará un gran líder en un futuro. Camorra tendría un excelente sucesor que llevará el apellido Salvatore con orgullo y honra como lo hacemos nosotros.

— Piccoli miei little — digo al recibirlos en mis brazos. Se cuelgan de mí, me besan y los tres terminamos en el piso ríendo.

Había descubierto que ser padre era una de los mejores trabajos que tenía, sobre todo cuando debía manejar a minis versiones mías que con una mirada si no me ponía firme me podían manipular a su antojo.

— Hola papá — saluda Enzo de la mano de su madre.

Me levanto con los gemelos en mis brazos y mi hijo mayor se suelta de su madre para abrazarme.

¿Quién iba a imaginar esto?

Soy un jodido afortunado, a pesar de las cosas malas que hago, la vida me premió con una maravillosa esposa y cuatro hijos que son mi todo.

— Te extrañamos, amore mío — dice mi esposa dejando un suave beso en mis labios que hace que nuestros tres hijos hagan cara de asco.

— También los extrañé, amore — afirmo con una gran sonrisa.

— Papi, la bimba se mueve mucho dentro de mami — me cuenta Luciano marcando el vientre de su madre.

— Si, no deja que le demos beso que nos patea, mala bimba — agrega Leone cruzando sus brazos.

— Son muy brutos — comenta Enzo rodando sus ojos.

— Ella los ama — afirma Rachel tocándose su vientre dónde resguarda a la pequeña Fiorella.

— Traje una sorpresa para todos — digo bajando a los gemelos que no tardar en chillar corriendo al interior de nuestra casa.

— Bestias — se queja Enzo negando su cabeza, pero sigue a sus hermanos menores.

— Me hacen acordar a ti y tus hermanos — acota mi mujer.

Quiero que ellos tengan una gran unidad de hermanos, así como la que tengo con los míos, puede ser que a veces no los soporte y terminemos a los golpes, pero nadie puede negar que todos daríamos la vida por el otro. Papá siempre dijo, la familia primero, eso haríamos por el resto de nuestras vidas y le vamos a enseñar a nuestros hijos esto para que lo sigan de generación en generación.

— ¿Cómo están las mujeres de mi vida? — pregunto al estrecharla entre mis brazos y robarle otro beso.

— Mejor ahora que estás de nuevo en casa — murmura besando mi mejilla.

— Feliz aniversario, amore mío — digo sin soltarla.

— Bendita sea Las Vegas y nuestro matrimonio — declara rozando nuestros labios. — Feliz aniversario, Daniel — agrega al besarme.

Las palabras se quedarían cortas al expresar lo que sentía, soy un gran afortunado de la vida, no solo por tener a esta maravillosa mujer a mi lado, que me soporta y mi apoya día a día sino por ser bendecido por esta gran familia que tenemos juntos, nunca imaginé que esto podría sucederme de nuevo, pero la vida se empeñó a que sea feliz.

Mi fortuna no es la mafia sino que mi esposa y mis cuatro hijos.



Esposados (3° SAP)Where stories live. Discover now