Capítulo 12.

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Daniel.

Contemplaba como Rachel dormía en nuestra cama y me negaba a dejar de observarla como lo estaba haciendo en estos momentos, ella se veía tan sexy con esas bragas de encaje rosa y mi remera puesta como pijama, que me hacía poner duro solo mirando lo sensual que es mi esposa.
Había tenido una noche fatal, dónde los negocios me obligaron a salir de casa sin saber a qué hora volvería de nuevo, pero un gran cargamento de drogas llegaba a la ciudad y teníamos la confirmación que la mafia irlandesa quería quedarse con mis cosas, por eso no quedó otra opción que intervenir para aniquilar a esos insurgentes que buscaban quedarse con mi mercancía.

— Buongiorno — murmura con sus ojos semi abiertos al verme.

— Buongiorno amore mío — la saludo dejando un beso en su cabello alborotado.

— Te extrañé — dice girandose para mirar por completo.

Rachel llevaba un puto mes viviendo conmigo y no quería que esto termine nunca, me siento incapaz de déjale ir o de cumplir con mis palabras.

— Mira — marco con mi cabeza su costado para que mire la gran bandeja de desayuno que había preparado, bueno que mandé a preparar.

— Amo desayunar en la cama — comenta con una gran sonrisa en su rostro.

— Lo sé, dijiste que querías un esposo que te lleve el desayuno a la cama — le recuerdo.

— ¿Cuándo dije eso? — consulta con dudas.

— El día que nos casamos, me hiciste prometer que te traería el desayuno a la cama todos los días, pero no hemos tenido la oportunidad de hacerlo hasta hoy — reconozco.

— Sabes de esa noche recuerdo muy pocas cosas — acota incorporándose en la cama para sentarse.

— ¿Qué recuerdas? —

Cada hecho de esa noche estaba en mi memoria, sus declaraciones, esas charlas que tuvimos y ese momento en que me pidió matrimonio, el cual no dude en aceptar porque supuestamente me convenía para vengarme de su hermana.

¡Qué idiota fuí!

Rachel se colo en mi pecho, en mi alma y en cada uno de mis pensamientos.

Ella es una mujer diferente, ingenua y sin una pizca de maldad, algo totalmente diferente a lo que soy yo, un hijo de puta sin escrúpulos que la engañó con palabras y ahora la había expuesto a un peligro innecesario.

— Muy pocas cosas, tus ojos color aqua, tu voz, tus tatuajes — sus mejillas se ponen rojas haciendo que sonría. — Y el maravilloso sexo de la noche de bodas — agrega avergonzada.

— Jodida noche de bodas, amore — aseguro sonriendo.

— Igual me gusta más estos momentos donde estoy conciente y puedo sentir mucho más de ti — declara tomando una fresa para llevarla a su boca y morder de una forma tan sensual que despierta por completo a mi amigo oculto detrás de mis pantalones.

— No juegues con fuego — le advierto.

— Me gusta el fuego — afirma tomando otra fresa, pero está vez saca su lengua da una lamida y luego la introduce en su boca terminando de excitarme.

— Maldita sea con mi esposa — mascullo sacando mi camisa justo en el momento que ella se quita su remera para mostrarme sus preciosos pechos desnudos.

— ¿Y el desayuno? — pregunta con una falsa inocencia.

— A la mierda con el desayuno, desde ayer que deseo estar entre tus piernas — gruño desprendiendo los botones de mi camisa.

Esposados (3° SAP)Where stories live. Discover now