Capítulo 23.

28.4K 2.3K 282
                                    

¿Huir de mi esposo?

Sí, todo el día estuve huyendo de Daniel para impedir que hablemos de mis palabras, se que no se daría por vencido, pero cuanto más dilatara está conversación me sentía mejor. Además el tema de Brandon fue un gran medio de distracción porque estuvo todo el día hablando con sus hermanos buscando una solución para el nuevo problema que tenía Stidda. Ellos decían que era un escándalo, aceptar a una niña como forma de pago a una deuda, pero que mi cuñado se haya llevado a Marena fue la mejor solución, solo imaginar lo que le podría haber pasado en manos de otro hombre me da escalofríos. Se que no se debe confiar en los mafiosos, los Salvatore, mi familia, son hombres íntegros, con un carácter especial, pero ellos aborrecen el tema de tráficos de personas, he escuchado a mi esposo o cada uno de mis cuñados lo que pensaban sobre este tema y puedo asegurar que no todo es lo que parece, ganar dinero prostituyendo a mujer no entra en sus crímenes delictivos.

Agradecía que Marena sea mi compañía todo el día, no le pude sacar mucha información sobre su vida más que su padre era un apostador de primera, solo de esos que siempre pierden, habían perdido muchas cosas en sus años que estuvo con él y ahora su última salvación para salvar su culo fue vender a su hija, sigo diciendo menos mal que llegó Brandon a ella antes que cualquier otro, mi cuñado podía tener todos los defectos pero es un buen hombre, todos cuidaremos de ella porque ahora es parte de la nuestra familia, la vamos a cuidar todos.

— Espero que te sientas cómoda, buenas noches — le digo a la chica dejándola en la habitación de huéspedes.

— Gracias Rachel, por todo — contesta con una tímida sonrisa.

— No es nada cariño, ahora eres parte de la familia — vuelvo a recordarlo.

— Gracias, Rachel — repite.

Saliendo de su habitación camino directo a la mía, debo quedarme dormida antes que Daniel llegué a nuestra cama así podía retrasar la charla pendiente que teníamos desde esta mañana y la cuál estaba evitando como una profesional.
Cuando entro suspiro aliviada al no verlo, tomo mi pijama para meterme al baño rápido, pero al salir lo encuentro sentado en la cama con una sonrisa divertida.

— ¿Vas a huir de nuevo, Rachel? — inquiere con diversión.

— Daniel — musito suspirando.

— Estoy cansado de estar jugando al gato y el ratón contigo — dice levantándose de dónde estaba para cortar la distancia que nos separaba. Me encontraba sin poder moverme mientras lo veía acercarse de manera peligrosa y cuando quise huir de él, fué más rápido que sin verlo venir una esposa se cierra en mi muñeca. — Tú lo quisiste así — acota sin poder borrar su sonrisa arrogante.

— Daniel, quítame esto — pido pero el roce del metal sobre mi piel me hace quejar.

— La única solución para que hablemos — asegura tomando mi otra mano para también cerrar la esposa en la zona.

— Porqué no lo hacemos como personas normales — le pido mirando que no va a quitar estás jodidas esposas de mi muñecas por un largo tiempo.

— ¿Para que huyas? —

— No estaba huyendo de tí — miento.

— Amore, tus acciones decían todo lo contrario — se burla.

— Daniel — me quejo.

— Son las consecuencias de tus actos, así que ahora debes aprender — afirma tirando de mí. Lo veo sentarse en la cama, tira del medio de las esposas haciendo que caiga sobre sus piernas dejando a su merced mi trasero. — Debes ser una buena chica — agrega justo cuando su mano impacta en mi trasero haciendo que chille sorprendida.

Esposados (3° SAP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora