Prefacio.

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Daniel.

Odiaba la idea de tener que relacionarme con esta familia, toda la vida nos dieron las espaldas y ahora por el último deseo antes de morir de mi padre, los cuatro habíamos aceptado tratar de incorpornos a los Salvatore para restablecer la unión que tanto había deseado nuestros difuntos abuelos años atrás.
La decisión recaí en mí, al ser el nuevo jefe de la familia y el líder de Camorra, mis hermanos debían respetar las decisiones que tomará, no quería establecer vínculo con ellos, pero esa familia es demasiado intensa, así que no queriendo romper mis últimos palabras con mi padre y aceptando la invitación, los cuatro nos habíamos subido a ese Jet rumbo a Las Vegas, a una despedida de solteros.

— Dime qué no harás nada — dice Francesco al sentarse enfrente mío.

— ¿Qué piensas que podría hacer? — pregunto mirando a mi hermano.

— Daniel — advierte. — Se que tienes un resentimiento contra Jessica por ser la hija de ese hombre, pero aprende a diferenciar las cosas — agrega mirándome.

— No haré nada con ella — me encojo de hombros.

— Más vale Daniel, no quiero que arruines el último deseo de nuestro padre y déjame decirte que nuestros hermanos y yo lo cumpliremos — sentencia con una desafiante mirada.

Ignorando la desafiante amenaza de Francesco dejo de prestarle atención para que resignado se levanté y vuelva a dejarme solo con mi soledad y enojo.

¿Cómo quiere que ignore el hecho?

Esa mujer es la hija del hombre que secuestró, torturó y violó a mi prometida, ella estaba embarazada de seis meses cuando todo pasó, nada fue igual y la llevó a qué se tire de ese acantilado después de perder lo único que la mantenía viva.
Quiero venganza porque las dos balas que le dí a Vincent Finochiarro fue poco a todo lo que debí haberle hecho y necesitaba dañar a Jessica para terminar de una vez con toda esa mierda que me atosiga hace años.

— Daniel — me regaña Brandon cuando bajamos del jet en la ciudad del pecado.

Nefasta ciudad.

— ¿Qué mierda quieren de mí? — mascullo mirando a mis tres hermanos cabreado.

— Maldita seas, Daniel — me empuja Giovanni, mi otro hermano.

— Saben que no quería estar en esta mierda, pero igual les importo un carajo así que no me jodan — mascullo.

— Señores — interviene Alessandro mi guardaespaldas tratando de mediar. No sería la primera vez que nos vayamos a las manos con mis hermanos al no estar de acuerdo con algo.

— Si no lo haces por nosotros, hazlo por nuestro padre — dice Francesco suspirando.

Tomo aire volviendo a ignorar a mis hermanos sigo a Alessandro para meterme en el auto que nos esperaba. No hablo con nadie, ellos me ignoraban hasta que bajamos en ese descomunal hotel donde se iban a reunir todos, estaría unas horas y me iba a ir a mi habitación porque no tengo ganas de relacionarme con todos ellos que dejaron muchos años a mi padre excluido de su maldita familia.

— ¡Oh, mi dios! — me dice una mujer al pararse enfrente mío y repasa su mirada no solo por mí sino por mis tres hermanos.

— ¿Disculpa? — cuestiono confundido.

— Sino fueramos primos y no estuviera casada sin dudas haría una orgía con ustedes — nos habla la mujer haciendo que sonría por primera vez en todo el día.

— No soy celoso — justifico tomando su mano para dejar un beso.

— Bien por tí, pero tenemos un problema mi esposo es lo mejor en este mundo — declara divertida.

— ¿Con que primos? — pregunta Brandon a mi lado divertido.

— Helena Salvatore Sokolov — se presenta la mujer haciendo que frunza mi ceño.

¿Sokolov?

— ¿Eres la esposa del jefe de la Bratvá? — inquiere Francesco.

Ella hace una cara de asco que me hace volver a sonreír. — Dios me libre de eso, mi esposo es el más sexy de los Sokolov — agrega.

— ¡Llegaron chicos! — exclama una mujer mayor detrás de ella que no tarda en abrazarnos con fuerza como si nos conociera de toda la vida.

Todos en esta familia son ruidosos, escandalosos y dramáticos, mis hermanos se habían adaptado bien porque a ellos les encanta estás cosas, pero en mi caso es todo lo contrario, era absurdo que hagamos que somos todos buenos amigos cuando las cosas no son así.

— ¿Señor? — pregunta Alessandro al verme salir de esa salón.

— Nos vamos — declaro suspirando.

— ¡Te odio! ¡Vete al carajo, Landon y sabes qué me casaré con el primer hombre que encuentre!  — escucho detrás mío una voz femenina y giro para observar a la dueña de ella.

Una chica lloraba y tira su celular llegando a mis pies.

— Ningún hombre merece tus lágrimas — digo al acercarme para entregarle su celular.

— Soy una tonta — contesta secando sus lágrimas.

— Uno no mide de hasta cuánto se enamora de otra persona — acoto provocando que la chica me observé. Unos grandes ojos verdes me observan, ese brillo detrás de ellos no sabía si era propio de sus lágrimas o de lo borracha que se encontraba.

— Todo en esta ciudad se ríen, disfruten y una llorando por alguien que no la valora — dice con una falsa sonrisa.

— Todo en esta ciudad es falso, la gente está de pasada y solo usan el momento para divertirse o realizar alguna locura, olvidando por un momento lo mierda que puede ser su vida — hablo haciendo contacto visual con ella nuevamente.

— Tú no te estás divirtiendo — asegura.

— Me obligaron a venir a una despedida de solteros y en verdad no tenía ganas — reconozco.

— ¿La despedida de Eric? — consulta.

— Si, creo que sí — respondo.

— Mi hermana es su futura esposa — acota con una gran sonrisa.

— ¿Eres hermana de Jessica? — pregunto sorprendido.

— Si, su hermana menor — declara extendiendo su mano. — Rachel, es mi nombre — se presenta.

— Daniel, un gusto — digo sonríendo.

Ella es hermosa, pero encontré la manera de vengarme de Jessica y la usaré a ella como medio para lograrlo.

Rachel se había topado conmigo, un demonio sin corazón.






Esposados (3° SAP)Where stories live. Discover now