55 · Un hombre con suerte

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Viernes 30 de Agosto, 2019

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Viernes 30 de Agosto, 2019

BRUNO

—Estás de coña, ¿verdad? —le suelta Ángel cabreado.

Danielle y mi hermano se han levantado de la mesa para hablar y están dentro de la casa, pero alzan tanto la voz que es imposible no escucharlos. Me aclaro la garganta y agacho la cabeza, haciendo como que mi plato vacío es la cosa más interesante que he encontrado en la vida. Frente a mí, Mónica acuna a su hija, después de que Danielle se la dejara para intentar hacer razonar al cabezota de mi hermano.

—No, no lo estoy —declara ella.

—No me jodas, Danielle... —gruñe Ángel soltando un bufido—. Después de que hablé contigo y te dije que no quería volver a saber nada de Eva, vas y a la invitas a nada más y nada menos que mi boda.

—¿Tu boda? ¿Ahora te casas tú solo o qué? —le chilla ella.

Se me escapa una risa por lo bajo y recibo unas cuantas miradas reprobatorias de parte de mi familia. Por desgracia, eso solo aumenta mis ganas de reírme, así que acabo llevándome la botella de cerveza a la boca y dando un largo trago antes de levantarme y echar a andar hacia el coche del que ha salido mi hermana Eva. Llevo sin verla desde que se fue hace casi seis años y, sinceramente, creo que ya ha sido tiempo suficiente.

Del asiento de atrás saca a dos niñas, que no deben tener más de cuatro años. Las niñas, que son una copia de mi hermana, se esconden detrás de sus piernas.

—¿Bruno? —dice Eva mirándome sorprendida—. Vaya, pensaba que eras...

—A ver si lo adivino —la corto con diversión—. Ángel. ¿A que sí? No es la primera vez que me lo dicen.

Eva me dedica una sonrisa de disculpa.

—Cómo has crecido —dice con tristeza.

—Tengo veinte años —le digo incómodo—. La última vez que nos vimos tenía catorce.

—Ya... —dice Eva.

Por suerte, antes de que la situación se vuelva más incómoda, mi madre aparece en escena y la abraza con una sonrisa.

—Hola, hija —le dice emocionada.

—Hola, mamá —responde Eva enterrando su cara contra el hueco de su cuello.

Las niñas se niegan a soltarle las piernas. Poco después, mi padre e Isa vienen a saludarla. Justo después de hacerlo, Eva me presenta al hombre con el que ha venido. Es un maldito armario empotrado y, además de notarse a la legua que es rico de cojones, me saca una cabeza. Me extiende una mano y me da un fuerte apretón.

—Él es Arturo, mi marido y... bueno, el padre de Beatriz y Carla —dice con una pequeña sonrisa—. Niñas, él es vuestro tío Bruno.

Las niñas se esconden de nuevo, pero esta vez detrás de las piernas de su padre. Las dos tienen el pelo castaño y los mismos ojos grandes y azules, como los de Eva y los de Ángel.

Alguien que te ame ✔️Where stories live. Discover now