22 · Con locura

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Sábado 15 de Agosto, 2015

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Sábado 15 de Agosto, 2015

DANIELLE

Nunca he tenido un pueblo al que ir en verano o en vacaciones y, cada vez que Ángel me ha hablado del suyo, tampoco terminaba de imaginármelo. Aunque, para ser sincera, no me ha dado muchos detalles, al menos no positivos. Porque, viejas chismosas y poca intimidad tampoco me proporcionaba una imagen visual demasiado clara. Así que, cuando llegamos, voy descubriendo las cosas por mí misma.

Para empezar, esto está en medio de ninguna parte, por lo que entiendo que Ángel me haya avisado de que la mayor parte del tiempo no tendremos cobertura. Encima, como si el pueblo de por sí no estuviese lo suficientemente aislado, su familia vive en una casona a las afueras. Es una propiedad bordeada por almendros y viñas que, en su interior, tiene incluso más plantas y flores que la casa de Amaya.

—Mi madre estará un poco rara al principio, no te asustes —me advierte Ángel—. Anoche hablé con ella y le dije que estábamos saliendo, pero que llevábamos menos de un mes juntos, por eso no le había dicho nada.

—Solo de pensarlo me dan escalofríos —declaro pasándome las manos por los brazos.

—¿El qué?

—La idea de salir con alguien, lo siento, no me hago —admití con una sonrisa de disculpa.

—Bueno, te metiste tú solita en este lío, ¿te lo recuerdo?

—Ya... no hace falta que lo hagas —digo haciendo una mueca.

—Amaya ya habrá llegado, Benja y ella han salido a las seis de la mañana con las niñas y Bruno —me cuenta—. También estará Isa, mi otra hermana, la del...

—Centro comercial —acabo por él—. Me cayó bien.

—Ya... cuando no te deje ni respirar ya veremos si me sigues diciendo lo mismo —bromea encogiéndose de hombros.

No veo mucho del pueblo ya que llegamos a la casa de la familia de Ángel por la carretera principal que conecta con un gran camino de piedra que ya no está asfaltado. Una vez dejamos la carretera, Ángel apaga el aire y baja las ventanillas del coche. Enseguida, me doy cuenta de que hasta el ambiente es distinto. Me asomo por la ventana y observo los campos que hay alrededor. Sé que lo que bordea la propiedad de los padres de Ángel son almendros y viñas porque me lo ha dicho él, pero el resto de terrenos no tengo ni idea de lo que tienen plantado o incluso de si realmente hay algo.

—Esa es —me dice señalando con la mano una casa a lo lejos.

En cuanto estamos lo suficientemente cerca, leo el cartel de cerámica que hay en la entrada, junto a una gran puerta de hierro negra.

—Villa Águeda —leo en voz alta.

—Es el nombre de mi madre —me cuenta—. Mi padre le puso su nombre a la casa.

Alguien que te ame ✔️Where stories live. Discover now