10 · Tercera base

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Domingo 2 de Agosto, 2015

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Domingo 2 de Agosto, 2015

DANIELLE

—Pareces nervioso —le digo, mirándolo de reojo.

Ángel me dedica una mirada rápida pero vuelve a prestar toda su atención a la carretera.

—Qué va —responde, distraído.

Ha pasado una semana y dos días desde que nos besamos por primera vez. Desde entonces, nos hemos enrollado en el café, en su coche y en el portal de mi casa. No hemos faltado ni un solo día. Lo sé, soy consciente de que eso es una señal de peligro. Pero me gusta demasiado y decido ignorarla. También tiene algo que ver el hecho de que no hemos llegado todavía a la tercera base. Y me muero de ganas. Si unos besos y unas simples caricias son capaces de hacerme perder el control, me muero de ganas por descubrir qué es lo que sucederá cuando ambos nos quitemos la ropa.

—Pues yo creo que sí. ¿Qué pasa? ¿Tienes miedo de llevarme a tu casa? —le pincho, juguetona.

Ángel se ríe y niega con la cabeza. Dejo de molestarlo. Me acomodo en el asiento de su Peugeot y lo observo conducir en silencio. No lo hace nada mal. No hay brusquedad en sus movimientos, se nota que no lleva prisa y, por suerte, toma las curvas con delicadeza. Vamos, nada que ver con Mónica, quien cuando se pone al volante parece que se ha bebido quince cafés.

Contengo una sonrisa cuando lo veo entrecerrar los ojos por el sol y estirar el brazo para coger las gafas que hay sobre el salpicadero. Intenta alcanzarlas pero lo único que acaba consiguiendo es alejarlas más de su lado. Me río.

—¿Qué te resulta tan gracioso?

—Tu destreza con las manos —respondo, con sorna.

Me estiro, recojo las gafas y se las tiendo. Se las pone con una sola mano mientras con la otra sigue sujetando el volante.

—Soy mecánico, Danielle, si algo me sobra en las manos es destreza —contesta, dedicándome una mirada que me derrite por completo.

Mis labios se curvan ante su comentario y se me escapa una risa tonta.

—¿Pretendes que le busque el lado pervertido a lo que acabas de decir?

—No pretendo nada —responde Ángel, haciéndose el inocente.

—¿Estás seguro? Porque creo que lo que pretendes es engatusarme. ¿Por eso llevas un mes entero viniendo al café todos los días, porque querías enamorarme y llevarme al altar a rastras? —inquiero, como si lo estuviera acusando.

Es más que evidente que estoy de broma, a pesar de eso, él responde con seriedad. Me mira de reojo antes de hablar.

—A ver, tanto como al altar no sé yo —contesta, moviendo la cabeza hacia los lados—. ¿Tú quieres casarte?

Alguien que te ame ✔️Where stories live. Discover now