27 · Sambori

3.8K 318 67
                                    

Sábado 15 de Agosto, 2015

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sábado 15 de Agosto, 2015

DANIELLE

No tengo el cuerpo para fiesta. Lo único que me apetece es irme a mi casa a lamerme las heridas porque la he cagado y me he quedado sin tiempo. No puedo esperar más, estaba retrasando lo inevitable, haciéndome ilusiones yo y obligando a Ángel a hacérselas conmigo. Y no es justo. Para ninguno de los dos.

—¿Te ocurre algo, Danielle? —me pregunta Isa en voz baja.

Son las doce menos cuarto, Víctor y Mónica han llegado tarde a la casa de los padres de Ángel, por lo que ahora salimos hacia el pueblo. Ángel y Amaya ya han dicho que no van a beber, por lo que ellos son quienes conducen. Yo voy en el coche de Ángel, junto con Isa y Bruno, quien va sentado en el asiento del copiloto y tiene menos ganas de salir que su hermano mayor, quien no lo he visto en mi vida más tenso al volante. Delante va el coche de Víctor, conducido por Amaya quien, milagrosamente, ha accedido a ponerse un vestido blanco. Yo no tenía un vestido, por lo que he acabado optando por unos pantalones cortos blancos y una camiseta de tirantes del mismo color que deja gran parte de mi espalda al descubierto.

Alzo la barbilla para mirar a la hermana de Ángel, niego con la cabeza y fuerzo una sonrisa que causa un mordisco en mi estómago. Odio tener que estar mintiendo continuamente, las mentiras son algo que siempre he detestado, y he acabado volviéndome una experta en contarlas como si fueran mi propia vida. Isa me dedica una mirada que demuestra que no está convencida de mi respuesta.

No tardamos en llegar al pueblo. Amaya y Ángel dejan el coche cerca de la carretera, y cuando nos bajamos veo que al final hemos acabado formando un grupo bastante grande y variopinto, sobre todo por el hecho de que más de la mitad del grupo tiene cara de perro, incluida yo misma.

—Oye, gente, ¿vamos de fiesta o a un funeral? —suelta Víctor mirándonos con una mueca de disgusto—. Amaya, tronca, que no estás muerta. Quieres animarte un poco, que por fin tienes una noche libre sin tus hijas. Y Bruno, colega, que tienes dieciséis años, que no parezca que tienes cinco y te han dejado sin ver tus dibujos animados. Ángel, tú...

Este lo mira con cara de pocos amigos y se cruza de brazos.

—¿Yo? —inquiere con poca paciencia.

—Anímate un poco, me estás deprimiendo, colega. Pero a tope. Y no solo a mí, tu chica parece un girasol mustio, mírala. No te ofendas, Dani, pero ya no queda ni rastro del brillo en los ojos que tenías esta mañana.

Agacho la cabeza y no digo nada. Noto la mirada de Ángel clavada sobre mí y no puedo evitar sentirme incómoda. 

—¿Acaso os acordáis de la última vez que estuvisteis los cuatro hermanos juntos aquí? —continúa Víctor intentando animarlos—. Joder, que Bruno e Isa eran tan pequeños que se quedaban en casa durmiendo. Y míralos ahora, Brunito podría echar su primer polvo e Isa ligar con medio pueblo. ¿Queréis animar esas caras y divertiros de una puñetera vez o qué?

Alguien que te ame ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora