Viernes 14 de Agosto, 2015
DANIELLE
—Pues... al final no ha ido tan mal, ¿eh? —le digo a Ángel en cuanto nos subimos al coche.
Él me dedica una mirada divertida antes de negar con la cabeza y arrancar.
—Estarás de broma —declara mientras da marcha atrás para salir de la parcela—. Mi hermana te odia. Creía que era difícil que alguien le cayera peor que Gema, pero creo que tú lo has conseguido.
—Pues no entiendo por qué, si soy un encanto —me defiendo con dignidad.
—Un encanto que no se calla ni una —apunta él.
—Claro que no, como debe ser —insisto con una sonrisa orgullosa.
Ángel se ríe por lo bajo y niega con la cabeza. Mientras da marcha atrás, yo lo miro con los ojos entrecerrados y cruzo los brazos sobre mi pecho haciéndome la indignada.
—Oye, pues algo debo tener para que pases tanto tiempo conmigo, ¿no? —dejo caer.
—¿Algo? —Ángel detiene el coche. Me mira con las manos apoyadas en el volante. La intensidad con la que lo hace provoca que se me acelere la respiración—. Estoy completamente enamorado de ti, Danielle, claro que tienes algo.
Trago saliva y respiro hondo.
—No deberías... decir esas cosas... —susurro.
Ángel se estira hacia mi asiento y acaricia mi mejilla con suavidad. Cierro los ojos y, sin poder evitarlo, toda la piel se me eriza. Me acaricia la línea de la mandíbula y desciende la mano hasta rodear mi nuca con cariño.
—¿Por qué? —dije en voz baja.
—Porque te haces ilusiones, Ángel, y provocas que yo también me las haga —le digo con la voz apagada.
—¿Y por qué tenemos que evitar hacernos ilusiones?
Podría darle mil motivos, pero ahora mismo no logro recordar ninguno. Es más, ahora mismo ni siquiera podría pensar en una buena excusa para no estirarme y besarlo. Así que, al final, lo hago. Llevo mis manos hasta su cuello y tiro de él para unir nuestros labios. Ángel apaga el motor del coche, nos quedamos completamente a oscuras con el sonido de nuestras respiraciones aceleradas de fondo. Me suelto el cinturón y me acerco hasta él, sentándome a horcajadas sobre sus piernas. Ángel lleva la mano hacia la parte baja del asiento y lo desplaza hacia atrás, dejándonos más espacio.
Nuestros labios se mueven con calma. Nos saboreamos el uno al otro ignorando que nuestros besos se han vuelto una confesión sin palabras que ninguno de los sabe cómo afrontar. Él, porque se muere de ganas; yo, porque me muero de miedo. Pero los dos sabemos que, cuando nuestros cuerpos están cerca, ellos hablan sin necesidad de palabras.
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Alguien que te ame ✔️
RomanceDanielle no cree en el amor, no quiere depender de nadie y tiene unos cuantos demonios que no está dispuesta a compartir. Lo único que se plantea tener con los hombres es sexo. Se ha acostumbrado a protegerse bajo una coraza, pero esta se ve amenaza...